tag:blogger.com,1999:blog-23707383725637104742024-03-18T18:02:29.904-06:00Relatos cortos e historiasRelatos cortos, historias y cuentos para leer y disfrutar gratis en línea. Más de 200 lecturas y narraciones breves originales.José Joaquínhttp://www.blogger.com/profile/03040448807941435507noreply@blogger.comBlogger266125tag:blogger.com,1999:blog-2370738372563710474.post-70742280689036843402024-03-01T19:48:00.032-06:002024-03-17T13:49:14.874-06:00El gemelo<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhHxbmIbHi3mqjTiY3JYkZO-xsJK8wCKDZtKRzXswngsv3zdDuVeNFq8UPJ9qHwE0S5IMgCp1ZA411EwPuAfV0HihOy9tTD1aiyABzbQzBnpoPh6gA2_a1qlIKlDHMS0ktkKcgNfWxX0FkXYhO7hIG79o7uiUGdSpOOF-NpNtzTsVtxLussmfw_XWKW/s1280/el-gemelo.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="776" data-original-width="1280" height="388" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhHxbmIbHi3mqjTiY3JYkZO-xsJK8wCKDZtKRzXswngsv3zdDuVeNFq8UPJ9qHwE0S5IMgCp1ZA411EwPuAfV0HihOy9tTD1aiyABzbQzBnpoPh6gA2_a1qlIKlDHMS0ktkKcgNfWxX0FkXYhO7hIG79o7uiUGdSpOOF-NpNtzTsVtxLussmfw_XWKW/w640-h388/el-gemelo.jpg" width="640" /></a></div><br />En la colonia nacieron un par de gemelos, Ricardo y Carlos. La gente les decía Riqui y Charli. Eran muy unidos y salían a jugar todas las tardes al parque más cercano. Eran buenos para jugar al fútbol pero nunca se inscribieron a jugar en ningún equipo. A la gente grande le agradaban porque eran educados y con buenos modales. Costaba distinguirlos y solo cuando uno se hacía un corte diferente al otro la gente los lograba distinguir.<p></p><p>Charli era más aventurero y a veces se iba solo al centro de la ciudad, solo porque quería ir. Nunca se metió en problemas, era lo suficientemente vivo para que nadie pudiera hacerle daño. A veces regresaba con historias inventadas, como la vez que dijo que había conocido al presidente en persona porque había entrado al palacio nacional.</p><p>Solían hacer bromas que solo unos gemelos podrían hacer. Por ejemplo se ubicaba en una esquina y uno preguntaba a alguien distraído qué hora era y cuando la persona doblaba por la esquina, el otro gemelo vestido igual volvía a preguntar la hora. Sus amigos observaban a cierta distancia el desconocierto de la gente ante lo que parecía un deja vu.</p><p>Los gemelos crecieron y se casaron con veintipocos, el mismo día. El destino los separó porque Charli decidió irse a Estados Unidos a probar suerte. Su esposa tenía familia allá. Riqui estuvo un tiempo como perdido por perder a su hermano, pero después fue todo normal. Abrió una panadería en la colonia y el pan era tan bueno que la gente hacía cola. También era bueno para el mercadeo, porque abría el negocio solo tres horas por la tarde y el pan siempre estaba caliente cuando lo comprabas. Cuando la gente le preguntaba por Charli, él contaba que le iba bien, y que mandaba regalos para la familia para navidad. </p><p>La colonia había sido tranquila y salvo los ladronzuelos que de vez en cuando se asomaban, no había mayor incidente. Todo esto terminó cuando una mafia local puso los ojos en los negocios de la colonia. Las tiendas de barrio y la panadería de Riqui empezaron a ser extorsionadas. Riqui nunca quiso pagar y no quiso cerrar la panadería. Un día pasaron baleando su negocio y su casa, que estaba a pocas cuadras.</p><p>Al parecer una redada de la policía debilitó la organización y por algún tiempo dejaron de molestar. Pero fue solo una tregua, regresaron los extorsionistas. Las tiendas pagaban la extorsión pero Riqui se negó rotundamente. Hasta que un día, lo asesinaron. </p><p>Fue un crimen que golpeó la moral de la colonia. No vi a Charlie, gemelo en Estados Unidos, ni en el funeral ni en el entierro. No todos se acordaban de él. </p><p>Una semana después abrieron la panadería algunos empleados que necesitaban el dinero y se atrevieron y corrieron la bola de que Riqui no había muerto. En la panadería apareció Charli, el gemelo gringo. Los que sabíamos de él no dijimos nada. La gente empezó a decir que Riqui había resucitado.</p><p>El rumor que pegó más es que Riqui tenía un pacto con <a href="https://www.anecdotario.net/2021/03/el-altar-de-la-santa-muerte.html">la Santa Muerte</a> y que había vuelto al mundo de los vivos a tomar venganza. Yo dije que era cierto y que además los que intentaron matarlo lo pagarían caro. La gente fue a comprar a la panadería y atestiguaba que el Riqui había resucitado.</p><p>Pocos días después de la aparición del gemelo, se supo que el asesino había muerto en un accidente de motocicleta. También se supo que el extorsionista que lo había enviado murió en una balacera. La familia regresó a la panadería y contaron a los clientes que en realidad el Charli había querido hacer una última broma con su hermano. Regresó a su casa a los Estados Unidos y no volví a saber de él.</p>José Joaquínhttp://www.blogger.com/profile/03040448807941435507noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-2370738372563710474.post-68336157887055956952024-02-24T12:07:00.006-06:002024-02-24T12:07:42.731-06:00El recuerdo<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhRjgnmBPOM2hmBR8D96N1_ZHei0h81Yapdstqo9iAgewgBPU5y56nOm4C5Eh_G4L__RXLh62onOo6kuWEYx26heiaj7ati6CIfRmiEalecx8AE8UC2X3F5CmsB7YY5jyqNNijt70_y5B7DjwPAKS1BFG09DPv9KnonNGp-lgOznV5i_jghXixKK28i/s1107/el-recuerdo.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="647" data-original-width="1107" height="374" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhRjgnmBPOM2hmBR8D96N1_ZHei0h81Yapdstqo9iAgewgBPU5y56nOm4C5Eh_G4L__RXLh62onOo6kuWEYx26heiaj7ati6CIfRmiEalecx8AE8UC2X3F5CmsB7YY5jyqNNijt70_y5B7DjwPAKS1BFG09DPv9KnonNGp-lgOznV5i_jghXixKK28i/w640-h374/el-recuerdo.jpg" width="640" /></a></div><br />Te fuiste hace un par de años. La otra noche estando en la sala de la casa, oí alguien que caminaba afuera y daba justo tu misma cadencia al caminar, el mismo ritmo y pisada. Esperaba que de alguna manera abrieras la puerta y entraras y preguntaras si había café. Ya está caliente, hubiera dicho yo.<p></p><p>A veces por las tardes el sol alumbra como en los días en que estabas por acá. Por la madrugada, cuando tu dormitorio cuando está cerrado parece como si estuvieras todavía ahí. Y si en ese momento hubiera un temblor, podría preguntarte desde afuera si lo estabas sintiendo. </p><p>El otro día en la <i>playlist</i> del teléfono sonó una tu canción. De esas que ponías en <i>repeat</i> y que a veces me terminaban aburriendo. No me gustaba mucho cuando la oías, pero ahora que te fuiste la puse en repeat por un buen tiempo. Te hubiera gustado escucharla con esa bocina que me compré el mes pasado. </p><p>Recuerdo una vez que pediste una sangría y cayó un mosquito en la bebida. Yo iba a pedirle al mesero que cambiara la bebida por otra cosa y a vos te dio pena y le quitaste el mosquito y te tomaste la sangría así. Te daba pena ofender. </p><p>A veces los domingos por la mañana parece que fuiste a traer el pan y que en cualquier momento entrarás por la puerta diciéndome que trajiste champurradas. O a veces un vientecito en la calle va justo a la misma velocidad y con la misma humedad de aquel día en que paseamos por aquel parque y dijiste que qué lindo día hacía. Esa sensación de que es inminente tu aparición a veces duele un poco pero otras veces alivia.</p><p>Cuando la gente se va a la otra vida lo que se pierde es la posibilidad del futuro. Se queda en el recuerdo, en el corazón, en la mente. Pero ya nunca se puede volver a tomar una taza de café o una sangría o una cerveza juntos. El pasado nunca se va, es el futuro el que ya nunca viene cuando alguien se va a la otra vida.</p><p>Y ya viste, ni siquiera podemos decir la palabra cuando duele. Le decimos de cualquier forma, porque pronunciar la palabra significa aceptarla. Vos pasaste a mejor vida, ahora descansás, y hacia ahí iré algún día acompañarte, ahora sos un ángel que me cuidará. Pero no me pidás pronunciar la palabra que duele. </p>José Joaquínhttp://www.blogger.com/profile/03040448807941435507noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-2370738372563710474.post-26463711946742094852024-01-28T21:01:00.005-06:002024-01-31T16:24:29.393-06:00El nostálgico<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEie4jQTYhSMpU8HcLtwOpJUr3_UwNr8OET9xOjziqbmtDILiNG2Q2-AeowcYuUXfycabH0u6RvDm5cc7OSKKmwETcvmNCz390Swr2MiQrU7hRkOIb1PNRf8EOnolCmNEVaNUQZolUV7ZD-8V3lX1PWcPipX7wFBLPafDVh0qrwck7xetGn3_-urTp6W/s1280/el-nostalgico.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="720" data-original-width="1280" height="360" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEie4jQTYhSMpU8HcLtwOpJUr3_UwNr8OET9xOjziqbmtDILiNG2Q2-AeowcYuUXfycabH0u6RvDm5cc7OSKKmwETcvmNCz390Swr2MiQrU7hRkOIb1PNRf8EOnolCmNEVaNUQZolUV7ZD-8V3lX1PWcPipX7wFBLPafDVh0qrwck7xetGn3_-urTp6W/w640-h360/el-nostalgico.jpg" width="640" /></a></div><br />Conocí a Miguel cuando tenía 10 años, él era unos pocos meses más grande que yo y vivía a unas cuantas casas de la mía. En las vacaciones del año en que nos conocimos solíamos ir al parque de la colonia a jugar fútbol todos los días, por la tarde. Regresábamos a casa cuando ya estaba oscureciendo. Al regresar a clases ya no pudimos jugar todas las tardes, hasta el descanso de semana santa. Un martes santo recuerdo que me dijo por primera vez que le parecía que todo era mejor antes, durante las pasadas vacaciones. La otra semana regresamos a clases y ya no vamos a poder jugar, me dijo cuando regresábamos a casa. <p></p><p>Cuando nos hicimos adolescentes dejamos de jugar fútbol tan seguido y platicábamos a veces en la calle, sobre videojuegos y películas. Le gustaban las películas de terror y los juegos <i>arcade</i>. Antes los juegos eran más ingeniosos, ahora todo es demasiado real, ¿para qué quiere uno más realidad?, decía. Miguel pensaba que le hubiera gustado vivir en los 80's y que la música de ese tiempo era la mejor de todos los tiempos. Me compartió algunos enlace de internet a música y videos, pero la verdad, aparte de un par de canciones, a mí no me gustaban mucho.</p><p>Se mudó de colonia antes de graduarse de bachillerato. Al despedirse me dijo que las primeras vacaciones, cuando jugábamos fútbol todas las tardes en el parque sin pensar en nada más, habían sido las mejores de su vida, y no creía que algo lo pudiera superar. Imprimió un par de fotos que nos habíamos tomado en esas vacaciones y me las regaló.</p><p>No supe de él hasta que un día me lo encontré en la universidad. Se había metido a estudiar historia, y le interesaban lenguas antiguas. Yo había entrado a ingeniería. Su principal motivo era que él creía que cualquier época del pasado era mejor que el presente. Que prefería no consumir música ni películas recientes, y que le causaban repulsión los libros electrónicos. Escuchaba música en cassettes o acetatos. </p><p>Si pudiera volver al pasado, decía, probablemente escogería vivir en los 80s de niño o adolescente. Mala cosa era el <i>synthwave</i>, decía, un tipo de música que imitaba la música de los 80s de manera lamentable, hecho por jóvenes de ahora que en ningún momento se preocupaban de leer sobre lo que pasaba en esa época ni en ninguna otra. Jóvenes pegados a la pantalla de un celular todo el día, presumiendo vidas de ficción en redes sociales para conseguir míseros likes. Él por su parte, nunca había tenido celular.</p><p>Le contradije, y fue la primera vez que lo hice. Le dije que admirar el pasado estaba bien, pero que teníamos que vivir el presente. Que yo esperaba hacer algo bueno en el futuro. Me miró fijamente, como explorando mi cara, y me dijo que no lo entendía. Por supuesto que no lo entiendo, estar nostálgico todo el tiempo no es algo normal, le dije. Al despedirnos, noté que parecía vestido como mi papá estaba vestido en las fotos de su adolescencia. Su caminar me pareció, no sé por qué, triste.</p><p>Me lo encontré un par de veces más en la universidad, pero le perdí la pista. Después de varios años me lo encontré en un banco, y propuso comer algo en el centro comercial en donde estaba el banco. Ahí me contó que lo que había pasado con él es que después de esas vacaciones en donde jugamos fútbol todas las tardes, había empezado a sentir una tristeza inexplicable. Eso se fue agravando con el tiempo y buscaba distraerse con estudiar el pasado. Al final un día había tenido un colapso y tuvo que ser internado en un hospital con una taquicardia terrible. Después de varios exámenes lo recomendaron con un psiquiatra. No estaba seguro de si funcionaría, pero los medicamentos lograban disimular la tristeza.</p><p>Nos despedimos intercambiando número de celular, ya que al fin había comprado uno. Le deseé que siguiera mejor y que esperaba que el tratamiento funcionara. Agradeció que yo lo hubiera escuchado sin cuestionarlo ni juzgarlo. Al despedirse parecía un poco triste. No lo he vuelto a ver. </p>José Joaquínhttp://www.blogger.com/profile/03040448807941435507noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-2370738372563710474.post-35515582346511854032023-12-16T11:43:00.003-06:002023-12-17T15:25:51.318-06:00El Santa Claus del centro comercial<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEigMqfQ1ZvAYzzpkFuNc9UJjnE_7hnWIx1ADYyGmvuuGrsG3Xz0bPyR2rk4csHs6ysxbpukKZqBAf_I8e-rTBI87erGD4mdtllabIlNJQPcX88yqczhO92doXlAm1xEWdrKIP_cgbCqfgLLMbgSOUy6I8jFqHh9DnXJ9uF9-O2l6mf91FUVLc5bp6Co/s1280/santa-claus.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="853" data-original-width="1280" height="426" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEigMqfQ1ZvAYzzpkFuNc9UJjnE_7hnWIx1ADYyGmvuuGrsG3Xz0bPyR2rk4csHs6ysxbpukKZqBAf_I8e-rTBI87erGD4mdtllabIlNJQPcX88yqczhO92doXlAm1xEWdrKIP_cgbCqfgLLMbgSOUy6I8jFqHh9DnXJ9uF9-O2l6mf91FUVLc5bp6Co/w640-h426/santa-claus.jpg" width="640" /></a></div><br />Hace algunos años en noviembre estaba desempleado. Había sido un mal año, estuvimos enfermos mis dos hijos, mi mujer y yo, de distintas cosas. Mi esposa había tenido que renunciar por presiones en el trabajo. Muchos gastos en los que se fueron mis ahorros y adquirí deudas. Justo después de salir de las enfermedades, en octubre, me despidieron por recorte de personal. <p></p><p>Me puse a buscar empleo pero no conseguí. Envié papelería a todos lados pero no salía nada. Durante ese tiempo hice de taxista con el carro de otra persona, pero eso también se acabó cuando se arruinó el carro. Pagaba el mínimo en la tarjeta de crédito y la deuda crecía. Vi un anuncio sobre un puesto para Santa Claus en un centro comercial cerca de mi casa. Fui a dejar papelería y me entrevistaron, pero finalmente no me dieron el empleo. Seguí buscando, a veces con familiares hacía de chofer, pero no era dinero constante. Me puse a arreglar cosas en la casa, porque no había nada más que hacer. </p><p>El centro comercial comenzó muy temprano con la época navideña y ahí estaba el Santa Claus que habían contratado en lugar mío. De niño yo le tenía miedo al Santa Claus, pero el trabajo me hubiera caído bien, pensé. Un día más tarde volví al comercial para hacer unas compras, y noté que el Santa ya no estaba. Casualmente me topé con la mujer que me había entrevistado y me dijo que el Santa había renunciado y que si quería empezar a trabajar de una vez. Me lo dijo casi sin saludarme y yo me quedé sorprendido al principio pero dije que sí y que si quería de una vez. Así que llamé a casa y dije que iba a ser el Santa Claus del centro comercial. </p><p>Los primeros días solo di volantes y saludaba de lejos a los niños, porque aún no estaba instalada del todo la época navideña en las personas. Cuando empecé con los niños me costó, porque hay unos que son muy inquietos, otros que hacen berrinche por nada y otros que piden un montón de cosas. Familias se tomaban fotos conmigo. El pago no era gran cosa pero vino muy bien para terminar el año. Un día apareció un ex compañero de estudios y me dijo que lo llamara en enero porque habrían vacantes en una sucursal. </p><p>Mi hijo mayor tenía nueve años en ese entonces. Cuando le dije que iba a ser Santa durante unos días sonrió muy grande. Le dije también que no era Santa de verdad sino que me iba a disfrazar y le advertí que no esperara regalos grandes porque no tenía dinero. Luego él pedía ir todos los días a verme junto a su hermano pequeño.</p><p>El último día de trabajo llegaron de nuevo mis hijos y el mayor pidió pasar a pedir sus regalos. Cuando le pregunté qué quería de regalo me dijo que un carrito y que además quería que papi y mami ya no estuvieran tan preocupados. Casi me hizo llorar. </p><p>Pasó la navidad y en enero llamé a mi ex compañero por lo del trabajo. Me lo dieron después de algunas entrevistas. Esto lo escribo en vísperas de navidad, algunos años después, en la computadora del trabajo que conseguí esa vez. Siempre hay problemas, pero ya no estoy tan preocupado.</p>José Joaquínhttp://www.blogger.com/profile/03040448807941435507noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-2370738372563710474.post-10720830249870226052023-12-02T13:32:00.004-06:002023-12-16T11:44:15.150-06:00El regalo de navidad<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhsAwbHi95hcsHiJzDnnJAaIUr4qYJ8k0AeReo5z_v9M8b9hmZxsHTqBa4vLJpTQgErTCkru3C5DpAQBXI9ySURjJ0Pb94QEAiu3tMkM80zYGJbX7trxvrpbzPUou6qlpDvxYtRdLG4vSb9sBbSnQWcr7S_1FOuG40RUZPNAkCahCRRZmtOy4PVsOQ6/s1280/regalo-de-navidad.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="853" data-original-width="1280" height="426" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhsAwbHi95hcsHiJzDnnJAaIUr4qYJ8k0AeReo5z_v9M8b9hmZxsHTqBa4vLJpTQgErTCkru3C5DpAQBXI9ySURjJ0Pb94QEAiu3tMkM80zYGJbX7trxvrpbzPUou6qlpDvxYtRdLG4vSb9sBbSnQWcr7S_1FOuG40RUZPNAkCahCRRZmtOy4PVsOQ6/w640-h426/regalo-de-navidad.jpg" width="640" /></a></div><br />Desde muy pequeño me di cuenta de que las cosas entre mamá y mi papá no iban bien. No recuerdo todo, pero una noche tuvimos que salir de casa con mi mamá y mi hermanita a casa de los abuelos. Mi papá se había puesto furioso porque mamá no había hecho café. No recuerdo haberla visto tan asustada, pero esa misma noche me dijo que para navidad íbamos a estar en una nueva casa y me iba a dar un regalo especial.<p></p><p>Vivimos varios meses con los abuelos. Yo estaba tranquilo y además contento porque cerca había un parque en donde yo iba a columpiarme y a correr un montón. Mi papá solía enojarse por cualquier cosa y en realidad no lo extrañaba. Mi hermanita ya empezaba a caminar. </p><p>Al salir de vacaciones del colegio en octubre me hice de algunos amigos y jugábamos en el parque. A veces el abuelo tenía que irme a traer cuando oscurecía porque yo no sentía el tiempo y jugaba toda la tarde. Entraba muy sudado a casa. Esas vacaciones las recuerdo como una de las mejores.</p><p>Mamá solía decirme que no se había olvidado de su promesa. No me imaginaba grandes cosas porque sabía que no había mucho dinero. Un día tuvimos que ir a un juzgado y vi a mi papá. No recuerdo bien qué pasó, pero a la salida mamá estaba contenta y fuimos a comer pizza. A mi papá no lo volví a ver.</p><p>A pocas semanas de la navidad tuvimos la nueva casa. Era un pequeño apartamento cerca de la casa de los abuelos. La abuela no estaba de acuerdo en que nos fuéramos, pero yo estaba contento porque iba a tener mi propio cuarto. </p><p>En la nochebuena vinieron mis tíos y jugué toda la noche con mis primos en la casa de los abuelos. A medianoche recuerdo que mamá me dijo que no se había olvidado de su promesa y que me había comprado mi bicicleta. Ella me abrazó y me dijo feliz navidad y se puso a llorar. Recuerdo que fue un abrazo largo y que yo también lloré. Mi hermanita estaba durmiendo pero le fuimos a dar su abrazo de navidad. Al siguiente día me levanté temprano y fui a dar un montón de vueltas con la bicicleta. Nunca ningún regalo me hizo tan feliz.</p>José Joaquínhttp://www.blogger.com/profile/03040448807941435507noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-2370738372563710474.post-455680118498220702023-11-01T15:01:00.001-06:002023-11-01T15:02:32.941-06:00El stalker<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjrcybrjPDQxcKtpX1bYM9w3C5lK724aLbPwnv8Pg_ZJMWLJSx8fRrrzODnS1bwjQQ9BY4Hoj-1H1WHN8eyUdcXwwZkS42LkION_xBrbXckRNzg2qFNi98NVXh8OhpzaUua7NfjfHkQmT63_G2WNTEE0Kkm-eAJsGlNqIjAKbwLwZ3d7lPogJSBiCpG/s1033/stalker.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="681" data-original-width="1033" height="422" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjrcybrjPDQxcKtpX1bYM9w3C5lK724aLbPwnv8Pg_ZJMWLJSx8fRrrzODnS1bwjQQ9BY4Hoj-1H1WHN8eyUdcXwwZkS42LkION_xBrbXckRNzg2qFNi98NVXh8OhpzaUua7NfjfHkQmT63_G2WNTEE0Kkm-eAJsGlNqIjAKbwLwZ3d7lPogJSBiCpG/w640-h422/stalker.jpg" width="640" /></a></div><br />Conocí a Vicky cuando trabajé en una mueblería. Era muy guapa y una buena vendedora. Tenía la palabra precisa a la hora de abordar a los clientes. Se ganaba la confianza con algún comentario u observación casual y casi siempre los hacía comprar. Tenía un su novio que llegaba siempre por ella al final del día. Era el tipo más aburrido del mundo y siempre nos preguntábamos cómo le había hecho caso.<p></p><p>Yo no tenía mucha práctica vendiendo. Ella me observó y me dio algunos tips de venta que puse en práctica y perfeccioné hasta lograr buenas comisiones. Siempre pensé en que yo estaba fuera de su liga, que ella no estaba a mi alcance, y aún así, poco a poco, día a día, me fui obsesionando. No podía sacármela de la mente. Luego de un año de trabajar ahí cortaron el personal a la mitad y redujeron las comisiones. A Vicky en cambio le aumentaron el sueldo, porque al fin y al cabo ella era la que sostenía a la mueblería con sus ventas. </p><p>No logré olvidarla. Durante el tiempo en que estuve buscando trabajo, iba siempre por las tardes al comercial en donde estaba la mueblería. Polaricé los vidrios de mi carro con el polarizado más negro que encontré. La mueblería tenía ventanales que daban al parqueo y ahí me iba, solo a observarla, a verla vender. Ponía música en el celular y llevaba algo de comer. Yo la seguía en redes sociales, pero el contenido de las redes es una selección de los mejores, o a veces los peores momentos. La presencia de alguien es insustituible, es algo único. Las publicaciones de redes no hacen justicia, no son la realidad.</p><p>Cuando conseguí empleo a la salida siempre me iba al comercial a verla. Un par de veces el policía del comercial me tocó la ventana y yo hice como si estuviera despertando. Dejaba de ir algunos días y luego volvía. A veces le prestaba el carro a mi hermana o a mi papá, solo para que no vieran el mío siempre ahí.</p><p>La rutina era llegar, estacionar frente a la mueblería, o esperar que se desocupara un espacio donde pudiera verla. Luego observar cómo se hacía café, cómo miraba la pantalla de la computadora en la que veía sus comisiones. Verla a media tarde hacer llamadas de seguimiento. A las cinco en punto salía a comprar algo, algún pastelillo o snack y yo la observaba caminar con su pelo ondulando lado a lado. No creo que se diera cuenta porque nunca miraba el reloj. A las siete de la noche llegaba el novio por ella. </p><p>Era un comercial relativamente grande, así que todo mundo era desconocido. La impunidad que generaba el polarizado de mis vidrios me protegía. Podía admirar la sonrisa de la Vicky cuando lograba una buena venta, o la mirada de decepción cuando después de haber hecho su mejor presentación el cliente se le iba sin comprar nada. Descubrí que los días que mejor vendía eran viernes y sábado. Supongo que ella también lo sabía porque llegaba más arreglada esos días. </p><p>Una vez Vicky salió al parqueo a acompañar a un cliente. Pasó a la par de mi carro y sentí que me había visto, pero solo veía a la ventana. No podía verme. Hizo el comentario de que este carro siempre estaba ahí y no había visto a nadie salir de él. Me puse un poco nervioso. Dejé de ir una semana a verla.</p><p>Siempre fantaseaba con que fuera mi mujer, y podía imaginarme yo yendo por ella al trabajo en lugar de su novio aburrido. Imaginaba los lugares a donde iríamos, los restaurantes, los paseos de la mano. Pero también pensaba que nunca sería posible. Soñar no cuesta nada.</p><p>Luego de unos seis meses de visitarla casi a diario, de verla siempre, decidí que debía dejar eso y buscar algo más que hacer, conocer gente, hacer cualquier otra cosa. Durante la primera semana lo hice y estuve bien. Volví a mis clases de guitarra, vi películas y hasta compré libros. Pero justo al cumplir la semana, comencé a ponerme ansioso y a no dormir. Cuando lograba dormir, me despertaba con pesadillas. Después de varios días entendí que lo único que podía calmarme era ir a verla. Y así fue, al llegar de nuevo al parqueo y verla sentí alivio. Esa vez que regresé hasta me dormí en el carro.</p><p>Me aburrí de verla de esa forma así que investigué si en el comercial había algún puesto de trabajo cerca de la mueblería. Tuve suerte y conseguí una plaza en la farmacia que estaba justo en frente. Vendí mi carro y compré otro. La fui a saludar y fue muy cordial conmigo. Coincidíamos en la hora de almuerzo y comíamos en el mismo lugar. Nos hicimos buenos amigos. Un día me contó de los problemas con su novio y yo me entusiasmé mucho, y tuve que controlarme para no demostrarlo. Poco tiempo después cortaron y ella estaba triste. Le propuse ir a comer a algún lado un sábado por la noche. </p><p>Salimos muchas veces más. Al principio yo estaba muy contento. Ella siempre guapa y buena onda. Pero comencé a extrañar ir a verla nomás, a través de los vidrios de la mueblería y fantasear con tenerla. Algunas veces lo hice, cuando tenía día libre y ella no. No era lo mismo, las metas se pierden a alcanzarlas y llega el vacío de no tener esa ilusión, ese propósito que da sentido. Finalmente sucedió lo que tenía que suceder, ella se aburrió y la relación se enfrió hasta que un día, en la misma cafetería donde almorzábamos me dijo que ya no podía seguir conmigo. Dolió, pero ya lo esperaba.</p><p>Renuncié del empleo en la farmacia y cambié de carro nuevamente. Y volví a ir al comercial con un carro polarizado al máximo, solo para ver su sonrisa cuando lograba una venta.</p>José Joaquínhttp://www.blogger.com/profile/03040448807941435507noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-2370738372563710474.post-89088286829575866272023-09-24T13:55:00.000-06:002023-09-24T13:55:01.712-06:00El supermercado<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhgf9y9FmeqBKuNIr_i8zgRyMzDZYNv0uemMqjfQi1Wv-Hg0SAmoddvMGTly5prh5ZG253DCYdjLqma9PWT-ks0CjnOuF0aN68iQlI0jpHceK_66cMCxRHwrHlvX5gn2ZD7YL6S44VZHTZBIInmlsTIFNnwoEkOXJkbheabxekMlp4ZT2n28vUMYcXf/s640/el-supermercado.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="368" data-original-width="640" height="368" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhgf9y9FmeqBKuNIr_i8zgRyMzDZYNv0uemMqjfQi1Wv-Hg0SAmoddvMGTly5prh5ZG253DCYdjLqma9PWT-ks0CjnOuF0aN68iQlI0jpHceK_66cMCxRHwrHlvX5gn2ZD7YL6S44VZHTZBIInmlsTIFNnwoEkOXJkbheabxekMlp4ZT2n28vUMYcXf/w640-h368/el-supermercado.jpg" width="640" /></a></div><br />Cuando yo era niño construyeron un supermercado cerca de mi casa. Antes teníamos que ir en bus para ir a comprar algunas cosas que no podíamos comprar en las tiendas de barrio, o para conseguir mejor precio. Fue todo un suceso y el día de la inauguración llamaron a un sacerdote para bendecir el supermercado. También llegó el alcalde que dio un discurso algo largo y aburrido. Esa vez mi papá me compró un helado de chocolate, estaba contento porque ya no habría que ir en bus a comprar a otro lado. Mi mamá me ponía en la carreta del super y yo me imaginaba que iba en un gran camión.<p></p><p>Con el tiempo los dueños del lugar se dieron cuenta de que necesitaban un lugar más grande porque llegaba mucha gente. Ampliaron el supermercado y construyeron un pequeño comercial con locales de otros negocios. En las fiestas y feriados contrataban grupos musicales y hacían promociones con descuentos. La gente esperaba esos días para hacer compras. Yo ya había entrado en la secundaria y aunque mis notas no eran tan buenas como en la primaria, mis papás estaban contentos con mi rendimiento. Los fines de semana jugaba en un equipo de fútbol de una liga juvenil. Era un centrocampista y mi entrenador decía que tenía futuro en liga mayor.</p><p>Cuando ingresé a la universidad conocí a la Tere y nos hicimos novios casi de inmediato. Al segundo año de la carrera obtuve mi primer empleo y tuve que dejar de jugar al fútbol porque no me quedaba tiempo ni energía. Aún ahora no sé cómo tenía tanta energía para estudiar y trabajar al mismo tiempo y además de vez en cuando ir a la disco con la Tere. Recuerdo que una vez que pusieron marimba en el supermercado bailamos toda una tarde con la Tere. La gente mayor que bailaba nos miraba y nos felicitaba por bailar tan bien y conservar la tradición. La Tere durante algún tiempo tomó clases de baile y fue la que me enseñó a bailar cualquier tipo de ritmo. Esa vez hasta nos dieron una tele de premio de parte de uno de los locales comerciales.</p><p>Al terminar la universidad me casé. No lo sabía entonces, pero era un escenario ideal: tenía un buen empleo, profesional universitario y felizmente casado. Compré un carro nuevo, del año. Mi mamá hasta lloró la navidad de ese año porque dijo que sus oraciones se habían cumplido. Fue una muy buena época. </p><p>Al segundo año de casados con la Tere decidimos tener un hijo. Al ver que no sucedía fuimos con un doctor. Resultó que yo era infértil. Fue un golpe muy duro. De verdad estábamos ilusionados con tener hijos. La Tere fue a una clínica de fertilidad y le ofrecieron tratamientos, pero yo nunca quise ir. No era lo que yo quería. Tampoco quería adoptar. Supe de algunos casos de adopción que llevan años de trámite y mucho dinero en abogados. Además, la mafia de las adopciones, siempre se acerca alguien a ofrecer hacer las cosas más rápido, a cambio de una buena suma de dinero. Un domingo fui con mi mamá a almorzar y a contarle todo lo que sentía. La acompañé a hacer el super y me di cuenta de que el lugar ya no era el mismo. Estaba muy descuidado. Sí me dijo mi mamá, cambió la administración y ahora hacen reparaciones baratas. El piso estaba descuidado, lámparas que no funcionaban, estantes semivacíos. A la par del supermercado pusieron una tienda de muebles y quise ir a ver un nuevo escritorio. Cuando me dirigía con mi mamá a la tienda, un policía del supermercado corrió tras de mí y me dijo que no podía ir a ese lugar dejando mi carro en el super y que me cobrarían multa y parqueo. Me puse muy molesto y fui a la administración a reclamar y me negué a pagar nada por el parqueo puesto que había consumido en el lugar. La administradora me dijo que la gente se aprovechaba del parqueo y abusaba. Mi mamá tomó la iniciativa y con su don de gentes arregló todo con la administración.</p><p>Después de ocho años de matrimonio el problema de mi infertilidad había creado una gran distancia entre la Tere y yo. Un día ella me pidió el divorcio. Yo estaba tan cansado de las peleas que accedí al instante sin poner resistencia. Durante el proceso del divorcio me despidieron de la empresa, una corporación grande la había comprado y despidieron a buena parte del personal. Después del divorcio volví a casa de mis papás. Mi mamá culpaba a la Tere y yo le dije que no quería hablar del tema en un buen tiempo. Al siguiente domingo le dije a mi mamá que la llevaría a hacer el super y que por supuesto yo pagaba todo. Me dijo que tendríamos que ir un poco más lejos porque el supermercado de siempre estaba cerrado. Habían vendido el terreno para hacer un nuevo centro comercial y en unas semanas empezaría la construcción. Mi papá fue con nosotros y me compró un helado de chocolate.</p>José Joaquínhttp://www.blogger.com/profile/03040448807941435507noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-2370738372563710474.post-88425607541013403292023-08-19T12:39:00.008-06:002023-09-03T11:03:42.692-06:00El amarre<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjqGPMMcxvERt9LtI7bstiLcynh9xTb6X50FCMgLUiw84C3K5V42Le4YoqwVpiwFfICabJZttmNiPrqAojU9KzMXyNmSomlo-LF9pwCmcau9kIBxjEs2v4WlrPodF_tUJmqBGQ-N0z4rMVk0KYrrmoubW4lHd7Py6yylkh6KvsBjZvBuNoVaeWlqwWq/s1280/el-amarre.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="854" data-original-width="1280" height="428" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjqGPMMcxvERt9LtI7bstiLcynh9xTb6X50FCMgLUiw84C3K5V42Le4YoqwVpiwFfICabJZttmNiPrqAojU9KzMXyNmSomlo-LF9pwCmcau9kIBxjEs2v4WlrPodF_tUJmqBGQ-N0z4rMVk0KYrrmoubW4lHd7Py6yylkh6KvsBjZvBuNoVaeWlqwWq/w640-h428/el-amarre.jpg" width="640"></a></div><br>El Dani conoció a Camila en su primer empleo formal, en un call center. Se hicieron amigos rápidamente y ella le ayudó con algunos consejos ya que ella ya había trabajado antes en otra posición similar. Dani estaba muy agradecido. Le llevó poco más de un mes adaptarse, porque él, como casi todo el mundo, entendía el inglés, pero no lo podía hablar muy bien. A los tres meses ya parecía todo un veterano. Estaba muy orgulloso de sí mismo.<p></p><p>Se sentaba a la par de Camila. Ambos estaban en su primer año de universidad y además les gustaba la música de The Weeknd. Millones de personas compartían las mismas coincidencias, pero el Dani estaba seguro de que eso significaba que tenían un vínculo. Camila no era particularmente bonita, pero su sonrisa y amabilidad, además de su espíritu trabajador la hacía atractiva. </p><p>Poco a poco, el Dani fue cayendo, hasta que se enamoró perdidamente. Era algo que no podía controlar, nunca le había pasado algo igual. El problema es que Camila no estaba muy interesada. A ella le llamaban la atención sus detalles, pero no correspondía. El Dani al ver que no obtenía la atención de Camila empezó a desesperar. Al principio intentó atraerla con endulzamientos que vio en internet. También intentó hacer su propio amarre con azúcar, canela y una imagen de la Santa Muerte. Nada funcionó. Camila seguía inalcanzable e impasible. Respondía amablemente a los coqueteos del Dani, pero dejando claro que no tenía interés. Entonces el Dani decidió ir con un brujo profesional. </p><p>Fue a un centro espiritual que encontró en internet. Le aconsejaron comenzar con un endulzamiento, para avivar los sentimientos de amistad de Camila y ver si se podían convertir en algo más. Le cobraron caro y no funcionó. Una amiga de Dani de la secundaria le dijo por whatsapp que ese lugar tenía fama de sacar mucho dinero de sus clientes, pero no era muy efectivo. Le recomendó a Samara, otra bruja.</p><p>Dani fue muy esperanzado, pero lo que encontró fue un consultorio oscuro, sucio y descuidado, con un montón de santos y figuras, y una gran estatua de la Santa Muerte. Hasta sintió miedo. Samara le advirtió que hacer un amarre era ir en contra del libre albedrío de la otra persona y que eso tenía consecuencias. Es cortar el ciclo natural de las cosas. Que ella podía hacerlo, pero que estuviera advertido de que, si la otra persona muriera durante el amarre, su fantasma quedaría amarrado a él de por vida. El Dani no entendía por qué la bruja hablaba de muerte, si ambos, él y Camila eran muy jóvenes. No le gustó su estilo ni su consultorio y decidió ir con otra persona.</p><p>Encontró entonces al maestro Andani y este lo impactó, era un tipo que hablaba con una voz profunda, casi con eco. Se comunicaba con oraciones cortas que sonaban como aforismos. Parecía un sabio. En su consultorio había siempre mucha gente esperando. Al Dani le tocó esperar tres semanas para su cita. El maestro Andani le advirtió que interferir en el libre albedrío de los demás tiene consecuencias. Pero también le dijo que si los amarres existían era por algo. Es para lograr un objetivo. Y que, si él estaba seguro de que su objetivo era tener a Camila, él lo podría hacer. Dani dijo automáticamente que sí, que estaba totalmente seguro. El maestro hizo el ritual, apagó las luces, encendió algunas velas, tomó las fotos de Camila y Dani y las puso en un círculo formado por algunas hierbas y las velas. Hizo algunas oraciones a la Santa Muerte que Dani también tuvo que repetir. Al finalizar el ritual, el maestro advirtió que debía esperar resultados en menos de 72 horas.</p><p>El Dani al salir de la consulta, inmediatamente le escribió a Camila por whatsapp invitándola a salir por una hamburguesa. Camila ya le había advertido que ella no quería nada, pero le confesó que estaba aburrida. Y aceptó. El Dani brincó de la alegría en plena calle y gritó un sí triunfal. Era la señal, el amarre empezaba a funcionar. La cita fue bien, se la pasaron riendo todo el tiempo y Dani sintió que por fin lograba entrar al corazón de ella. Casi no pudo dormir al regresar a casa. El lunes siguiente, Camila le pidió por favor que si podía pasar por ella para ir a trabajar porque el carro de ella estaba descompuesto. Dani aceptó feliz de la vida. Nunca antes había estado tan cerca.</p><p>Camila quiso colaborar con la gasolina, pero Dani no aceptó. Cuando ya tuvo de nuevo su carro, ella le agradeció y le dijo que tenían que hablar. Fue como un golpe en el pecho que lo dejó sin aliento. Las peores palabras del mundo. A la salida del trabajo ella le pidió encontrarse en un McDonald’s. Allí le dijo que ella le agradecía mucho todas sus atenciones, pero que no estaba interesada en nada romántico con él. </p><p>Dani no se dio por vencido y pidió una cita de nuevo con el maestro Andani. Le dieron cita para dentro de tres semanas. Al día siguiente, sucedió algo inesperado. A Camila se le había descompuesto de nuevo el carro y decidió ir en mototaxi al trabajo. Un carro se atravesó inesperadamente durante el camino y el motorista y Camila salieron volando por los aires. Un golpe en el cráneo fue fatal y Camila murió.</p><p>Nunca antes en la vida Dani se había sentido tan triste. Su mundo se vino abajo. Se echó a sí mismo la culpa, puesto que, si él no hubiera sido tan insistente, tal vez ella le hubiera pedido de nuevo que la llevara al trabajo. Ella prefirió no pedírselo, y se encontró con la muerte. Renunció a su trabajo, no podía ir al lugar en donde todo le recordaba a ella.</p><p>Tras varios meses de depresión y con la ayuda de tratamiento siquiátrico, recuperó un poco la vida normal. La vida seguía, y él debía continuar. Entonces comenzaron las pesadillas. Soñaba con el accidente, y él veía cómo la moto chocaba con el carro y Camila salía volando y él no podía hacer nada. Siempre el sueño terminaba cuando él iba corriendo y veía el cuerpo inerte y la sangre en el pavimento. No había ninguna pastilla que le ayudara. Recordó las palabras de la bruja Samara. </p><p>Siempre la misma pesadilla todas las noches. Su salud se deterioró. Regresó con el maestro Andani y él hizo algunos hechizos, pero no funcionaron. Las pesadillas seguían. Probó con otros brujos, pero nada funcionó. Fue de nuevo con Samara, la que le dijo que si la otra persona moría, iba a quedar amarrada de por vida. Samara le dijo que debía pedirle perdón a Camila en el cementerio y que solo si ella lo perdonaba, el amarre se podía deshacer. Pero los muertos no siempre pueden oír, le dijo. Aunque Camila quisiera perdonarlo, no se sabe si puede escucharlo. Al principio no quiso ir porque ir al cementerio era recordar el dolor, hasta que una vez se armó de valor y fue. Le rogó a Camila que lo perdonara, que él se sentía culpable de su muerte y que el amarre lo había hecho por amor. Regresó a casa más tranquilo, pero a la noche volvió a soñar lo mismo.</p><p>Lo intentó varias veces más, pero la pesadilla continuó. A veces era muy real y despertaba con el corazón casi explotando. Otras veces el sueño era teñido con una especie de bruma que no lo dejaba ver todo y entonces no había tanta angustia. </p>José Joaquínhttp://www.blogger.com/profile/03040448807941435507noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-2370738372563710474.post-77092502328798304772023-08-13T17:35:00.008-06:002023-08-14T15:05:49.057-06:00El gurú<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgFA3cK6hH1MCglzh67bQK23jJrKVUX8hEm3iw8J5apVVuhj8y65hWAdxo75YCzYXToC1s4FCF49dN6X6SpDMqhCYLtQGMv0ehqBAaV_L_BYL8OCxxxQ3j-VF6XyW8jchdWLGcDajKYdNmMMjw3HyR2X-6rt9PU7c297dRWCDCJCAAQdBRSUwKuWeMb/s1280/el-guru.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="853" data-original-width="1280" height="426" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgFA3cK6hH1MCglzh67bQK23jJrKVUX8hEm3iw8J5apVVuhj8y65hWAdxo75YCzYXToC1s4FCF49dN6X6SpDMqhCYLtQGMv0ehqBAaV_L_BYL8OCxxxQ3j-VF6XyW8jchdWLGcDajKYdNmMMjw3HyR2X-6rt9PU7c297dRWCDCJCAAQdBRSUwKuWeMb/w640-h426/el-guru.jpg" width="640"></a></div><br>Desde pequeño Sebastián tuvo una imagen de sí mismo agrandada. Me acuerdo de que jugaba a ser Jesucristo y que nosotros éramos sus discípulos. Siempre sabía cómo agradar a la gente, a quién podía manejar y a quién no. Bastaba con observar algunos minutos y ya sabía exactamente qué hacer. Éramos amigos porque vivíamos en el mismo barrio. Los demás y yo no le pusimos tanta atención a su habilidad manipuladora hasta que tramó venganza contra unos niños que lo molestaban en el colegio. Tenía 10 años.<p></p><p>Había dos niños que se burlaban de que era un poco bajito. La agarraron contra él y lo molestaban a todas horas. Cansado, una vez se dio a golpes con uno de ellos y le fue mal. Juró venganza. Su venganza fue hacerse amigo de un grupo de niñas de grados superiores, y decirles, llorando, que lo estaban molestando. Les pidió que un día a la hora de salida, armadas con bates de béisbol, le pegaran a los bullies. Lo hicieron, tal y como él lo había pedido. Uno de los niños estuvo en el hospital un par de días. Las niñas fueron llamadas a dirección y cuando les preguntaron el porqué al principio no quisieron delatar a Sebastián. Finalmente dijeron que él les había pedido golpear a los niños para vengarse. Y cuando lo llamaron a él para preguntarle, el negó haberles dicho nada a ellas. Ellas fueron castigadas y él salió sin consecuencias.</p><p>Su mamá se alarmó mucho y lo llevó con un psicólogo. Al principio funcionó, pero de adolescente Sebastián dejó los estudios y se hasta estuvo detenido por robos menores a tiendas. Cuando alcanzó la mayoría de edad, fue puesto en prisión por robar autos. Fue en la cárcel donde tuvo tiempo de afinar su estrategia para conseguir su propósito de ser un redentor idealizado. En esa prisión había una biblioteca con muy pocos libros, y leyó lo que pudo sobre espiritualidad y cómo influir en las personas<i>.</i> Con esas lecturas más su imaginación, Sebastián al salir libre ya tenía su plan.</p><p>Al salir decidió dejarse crecer la barba y empezar a usar lentes, aunque él no los necesitaba. Se bautizó como "Kamal." Convenció a un grupo de jóvenes que pacientemente reclutó. Ellos hicieron videos diciendo palabras, cual gurú de autoayuda. Me acuerdo haber visto uno de ellos y recordarme de cuando con nosotros jugaba a ser Jesucristo. Por terceros supe que había conseguido una casa grande con un terreno amplio y que ahí llegaban sus fieles. Uno de sus nuevos amigos ricos le había dado permiso.</p><p>Él no tenía perfiles de redes sociales, así que eran videos como salidos de la nada los que circulaban por por internet. Mezclaba cosas del cristianismo con el budismo y la promesa de mejorar tu situación actual a través de un método que te haría alcanzar tu máximo potencial. La meditación era una de sus herramientas para lograrlo. Por supuesto que yo, conociendo su pasado, además de que no estoy interesado en que alguien me diga qué hacer, no era público para él. No me parecía algo peligroso y entiendo que hay gente que necesita algún tipo de guía, algo en qué creer. </p><p>Dejé de saber por un tiempo de Sebastián, ahora Kamal. Supuse que seguía en su tipo de culto. Un día uno de mis amigos de infancia, que lo había conocido también, me envió un enlace a una noticia. Un empresario joven que tenía una importadora de ropa y una cadena de tiendas había sido asesinado en su casa junto a su esposa. El asesinato fue brutal, a golpes y cuchilladas. La escena del crimen mostrada por los medios era un baño de sangre. A los dos días habían capturado a cuatro mujeres sospechosas. Las mujeres pertenecían al culto de Kamal. </p><p>Probablemente el asesinato no habría sido investigado si no fuera porque la esposa del empresario era de nacionalidad estadounidense. Pasó poco tiempo antes de que las mujeres homicidas confesaran que quien las había enviado era su maestro Kamal. El empresario había sido parte de sus discípulos desde el principio y al parecer se había negado a seguir contribuyendo. Un Kamal encolerizado planificó el asesinato. Videos obtenidos de cámaras de vigilancia vecinas mostraban el auto de Kamal recogiendo a las mujeres luego del asesinato. </p><p>El juicio no duró mucho tiempo y Kamal y sus seguidoras fueron condenados a cadena perpetua. Algunos videos circularon en redes sociales alegando su inocencia, pero las pruebas aportadas por el ministerio público eran contundentes. Surgió debate acerca de ese tipo de cultos o seudorreligiones que terminan en tragedias, pero no duró mucho. El tiempo todo lo sepulta.</p><p>Lo último que supe de Kamal era que algunos de sus fieles lo seguían visitando en prisión. Gracias a las contribuciones de ellos llevaba una vida relativamente acomodada. </p>José Joaquínhttp://www.blogger.com/profile/03040448807941435507noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-2370738372563710474.post-22252864232489279722023-04-29T16:01:00.003-06:002023-04-29T17:43:17.711-06:00La playlist<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjIIuxQqdJ_vZGg7k6cg3eQkucerHH10PTF1519V_csqlkX-Q-tunT7CrfAJAFUhp3aCCbjy7ScWddqaQd29qwDQCu6nFRSMlG42jyaI1J5CSBnGK9_TBB-q-Y9Vx3qd9n4txhlpnr6gE6xHx7MG39bWQ5nYnkQMouDLmuRrSPbe5bjHJRZ80e7tw/s1280/la-playlist.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="851" data-original-width="1280" height="426" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjIIuxQqdJ_vZGg7k6cg3eQkucerHH10PTF1519V_csqlkX-Q-tunT7CrfAJAFUhp3aCCbjy7ScWddqaQd29qwDQCu6nFRSMlG42jyaI1J5CSBnGK9_TBB-q-Y9Vx3qd9n4txhlpnr6gE6xHx7MG39bWQ5nYnkQMouDLmuRrSPbe5bjHJRZ80e7tw/w640-h426/la-playlist.jpg" width="640" /></a></div><br />Nos comunicábamos con música. Ella enviaba un enlace por chat a una canción que le gustaba y yo la escuchaba y daba mi opinión. Esta la tengo en repeat, me decía. Yo respondía con una canción también y a veces ella decía que ya la tenía en su playlist. Ella opinaba que una canción debía tener buena letra y buen ritmo. Yo creo que solo tiene que tener un ritmo que me guste y después la letra si está bien también ayuda, le decía un poco con pena por ser tan básico.<p></p><p>Había días en que ambos estábamos tan ocupados que solo compartíamos los enlaces a las canciones, sin comentarlas. Un corazón rojo o verde daba la señal de que la canción compartida era escuchada. Los algoritmos son buenos recomendadores y cuando el algoritmo hacía sonar una canción que yo pensaba que a ella le gustaría de inmediato se la compartía. A mí me gustaban más las canciones en tonalidades menores y a ella en tonalidades mayores.</p><p>A veces pensaba, ¿la canción que me mandó tiene un mensaje para mí o simplemente le gusta? En ese sentido compartir de ese modo era un lugar seguro porque conveníamos en que eran canciones que simplemente nos gustaban, cosa que en realidad era cierta.</p><p>La había conocido en un trabajo anterior y habíamos salido algunas veces pero sin que la amistad pasara a algo más. Un día después de varios años sin hablar ella envió un mensaje saludando, con un emoji de sonrisa. Los emojis de sonrisas son muy útiles porque indican que todo está bien. Nos pusimos al día. Ella estaba aspirando a una nueva posición en su trabajo y aún no estaba segura de si podría con eso y si sería mejor de lo que tenía en ese momento. Creo que ya es hora de cambiar, decía.</p><p>Nunca hicimos malos comentarios de las canciones compartidas porque aunque no cayeran en nuestros particulares gustos, siempre era música bien hecha. En las canciones que a uno le gustan hay una parte de uno mismo, le escribí un día. Uno hace suyas las canciones y las interpreta a su manera, las canta a su manera, las hace suyas. A veces no tengo un buen día y entonces la paso con mi música, en mi mundo, respondió en el chat.</p><p>Compartíamos el día a día, y comentábamos acerca de los clientes molestos, los compañeros de trabajo que quieren pasarse de listos y los problemas con las plataformas de trabajo desde casa. Algunas veces nos juntábamos a tomar café en algún punto intermedio y la pasábamos bien. Un día de tantos le dije que una de sus canciones favoritas había sonado cuando yo estaba en donde el dentista. Ya viste, me dijo, te persigo a todas partes.</p><p>La ascendieron al puesto que ella buscaba, después de algunos meses de espera. Estaba muy contenta. Salimos a celebrarlo con un café y un par de horas de plática. </p><p>Todo cambió entre nosotros un día en que nos juntamos en un comercial y vi fuera de toda duda un particular brillo en sus ojos cuando me vio llegar. Al día siguiente ella puso en su estado del chat una cita que decía <i>Rodéate de personas cuyos ojos se iluminen al verte llegar</i>. Ella también, sin ninguna duda, había visto mis ojos brillar.</p>José Joaquínhttp://www.blogger.com/profile/03040448807941435507noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-2370738372563710474.post-91754013647367001442023-04-16T12:41:00.008-06:002024-01-09T16:19:37.046-06:00El vigilante<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhzyLBkkM8Yy-wz2x-BQ8SUodmN6ty6UcPqcvPrGxiRpC0YZPkJknlHr9VRFr15KIfUtbhHA1a3YIRWLzzexf5W9nBxl4XtcUlbLrC98eIqKFmkJdm-afQGVeK27j0GCnEEeQ-libGCs_RYfQCO-gcx2l2O_HW4M9HBrjs7YabqG2kaVRjUmOYLUg/s1050/el-vigilante.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="656" data-original-width="1050" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhzyLBkkM8Yy-wz2x-BQ8SUodmN6ty6UcPqcvPrGxiRpC0YZPkJknlHr9VRFr15KIfUtbhHA1a3YIRWLzzexf5W9nBxl4XtcUlbLrC98eIqKFmkJdm-afQGVeK27j0GCnEEeQ-libGCs_RYfQCO-gcx2l2O_HW4M9HBrjs7YabqG2kaVRjUmOYLUg/w640-h400/el-vigilante.jpg" width="640" /></a></div><br />Uno de los tantos empleos que he tenido fue de vigilante de garita en una colonia cerca de la capital. Estuve ahí por dos años. No fueron los peores pero tampoco fueron muy buenos. Pasa de todo cuando hay gente involucrada. Que Dios bendiga mucho a la gente amable que no hace problemas innecesarios y que el diablo reclame a los abusivos y pedantes. La mayoría de veces los más abusivos y llenos de babosadas son los que no pagan y deben meses de servicio. Deberían pagar más por tener que soportarlos.<p></p><p>Cuando me contrataron me dieron un día de entrenamiento que básicamente consistió en saber cómo disparar el arma que me dieron. Igual no podía disparar porque me cobrarían las balas. La pistola está en el cinto básicamente como advertencia. El primer día en la garita mi compañero Jorge me dio algunas instrucciones básicas. "No usés tu criterio, limitáte a seguir las reglas. Y si alguna vez no seguís las reglas no le contés a nadie ni mucho menos lo anotés."</p><p>Al segundo día un tipo en una bata blanca en un toyota viejo pidió entrar sin identificarse, dijo que era doctor e iba a una emergencia médica y que no tenía documentos. Le expliqué que no podía dejarlo pasar sin identificarse. No me quería dar la dirección ni el nombre de la persona tampoco. Llegó mi compañero Jorge y le dijo que diera el número de teléfono de la persona que llegaba a visitar. No lo tenía. Se había formado una cola de tres carros para entrar atrás de él. Lo dejamos entrar finalmente. Anotamos la placa del carro en un papel aparte, no en el de las visitas.</p><p>Después de dejar entrar a los demás carros, Jorge me mandó a ver por dónde andaba el "doctor". Había ido a visitar a la vecina del 3-20 y estaba tocando insistentemente el timbre. Le dije que si no estaba la persona que visitaba que por favor se fuera. Me respondió que quién era yo para decirle qué hacer o no y que yo probablemente era un pendejo que no sabía respetar. Volví a la garita. Jorge tomó la bicicleta y lo fue a confrontar. Cinco minutos después, salía en tipo, enojado pero obediente. </p><p>¿Qué le dijiste?, le pregunté. Le dije que en la colonia vivía un funcionario importante y que teníamos una patrulla de la policía nacional rondando cerca. Que ellos vendrían a llevárselo si seguía molestando. Ah, ¿y quién es el funcionario? Nadie, contestó, no hay nadie importante acá. A veces sirve ese truco.</p><p>Después supe que el vigilante al que yo sustituía fue despedido por quedarse dormido. Era un buen tipo, me dijo Jorge. Llevaba dos días seguidos de velar. Tenía sueño, pero cometió el error de dormirse frente a una cámara. Uno de los viejos del comité de vecinos casualmente lo vio por el CCTV y lo despidieron. Yo les expliqué que tenía dos días seguidos de velar porque no había venido su sustituto a tiempo. Al otro compañero se le había muerto su mamá. ¡Se les paga por vigilar, no por dormir!, dijo el viejo cerote. Lo despidieron de todos modos. A la semana siguiente ya había conseguido otro trabajo de vigilante. Siempre hay plazas porque nadie quiere trabajar de esta mierda.</p><p>Unos muchachos que eran insoportables eran los del 5-20. Se quejaban de que no les abríamos rápido, que tratábamos mal a sus visitas y que eramos unos ineptos. Tenían 18 y 20 años. A su papá lo habían ascendido en su empresa unos seis meses antes. Los papás eran relativamente llevaderos. Una vez ya cansado de sus petulancias, le dije a uno de los muchachos que si de veras tuvieran dinero no estarían viviendo en esta colonia ni dejando sus carros en la calle. Se puso furioso y me empezó a decir que era un inepto y que no sabía con quién me estaba metiendo. Al parecer varios vecinos también tenían que soportar las insolencias de los chavos y uno de los viejos del comité de vecinos les habló a los padres. Gracias a Dios se calmaron. Después hasta decían buenos días o buenas tardes los cabrones.</p><p>Jorge me decía que él quería ser vigilante de centro comercial, de esos que andan con traje negro. Ganan un poco más y como de noche se cierra, se puede dormir, decía. Yo en realidad no aspiraba a nada, pero si había un cambio para mejor, o si simplemente se cambiaba de actividad, ya era bastante.</p><p>En este trabajo mientras todo está aburrido es que está bien. Aburrido significa que no hay problemas, que todo pasa como en automático. Los domingos por la tarde noche son tranquilos y se puede dormir un poco más cuando toca velar. Siempre procuraba tener redes en mi celular para ver videos. Si no tenía redes, ponía la radio del celular. </p><p>La señora del 3-25 era buena onda. Nos llevaba galletas y jugos. Siempre saludaba cordial cuando pasaba por la garita para ir al mercado. La conocía y la respetaba todo el mundo. Era parte del comité y a veces le tocaba mediar cuando había pleitos entre los vecinos. Fue algo triste cuando supimos que tenía cáncer y que estaba en tratamiento. Se puso muy flaquita, pero aún así sonreía. Murió poco después de que yo cumplí el año en el puesto.</p><p>Una vez me dijeron que si quería ir a cubrir una noche en mi día libre. Un vigilante se había enfermado. Dije que sí, porque era en una casa de ricachones. Ahí no pasa nada, pensé. Cuando llegué mi compañero estaba comiendo y me dijo que ese día todo estaría tranquilo porque no había nadie en la casa. Solo teníamos que ir a hacer un recorrido obligatorio para que quedara grabado en las cámaras de seguridad porque siempre las revisaban. El compañero tenía los ojos rojos, tenía dos noches de velar. Se miraba muy cansado. Le dije que descansara algunas horas, que yo me hacía cargo. Dijo que ya se le había ido el sueño.</p><p>De repente sin venir a cuento me empezó a decir que esa casa estaba embrujada. Ya estás cansado, compañero, dormíte algo porfa. Con sus ojos encendidos en rojo me dijo que esa gente tenía algunos muertos encima, que eran gente mala, con malas vibras. Todos los ricos son así, le dije. Me contó de dos fantasmas de un niño y una mujer que salían por las noches a recorrer el patio trasero. Los patrones también los ven, me dijo convencido. Se fue a dormir pero solo logró dormir una hora y se levantó peor. Comenzó a cargar y descargar el arma y a decir que a veces el arma le parecía irreal, nunca la había disparado. Quería saber cómo era disparar. Me puse nervioso y le pedí que parara con eso, pero no hacía caso. Con la excusa de hacer el recorrido salí y fui a dar una vuelta por la piscina, el patio trasero y la calle de enfrente. Ya estaba regresando cuando escuché un disparo. Este ya se mató, pensé.</p><p>Con el corazón acelerado a mil llegué a la garita. El compañero se había pegado un balazo en el pie. Estaba riéndose, no sentía el dolor. Como pude le quité el arma y llamé a los jefes para contarles. Con una camiseta le vendé el pie, se había volado un dedo. Una media hora después llegó un carro de la empresa y se lo llevaron. Se quedó otro compañero conmigo. Yo les dije que este maje desvelado se pone mal pero nunca me hicieron caso, me explicó. No volví a saber del herido.</p><p>Ese incidente me hizo empezar a buscar otro empleo. Conseguí uno en un centro comercial. De esos que llevan trajes negros y radios, como quería mi compañero Jorge. Mucho tiempo parado, cómo duelen las patas. Qué cerote, me dijo cuando le conté. Le dije que necesitaban más gente en ese lugar, que se pusiera las pilas y enviara papelería.</p>José Joaquínhttp://www.blogger.com/profile/03040448807941435507noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-2370738372563710474.post-30406060184535725952023-03-11T12:17:00.007-06:002024-01-07T16:44:15.357-06:00El agua bendita<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg32e720I7ODjbLPPSMKW5KgR3et-GLJeQz8DGY9jAJKTzIRG-Dl6jvnAetPkLySkc_Jix1YV8hAUt7uCGneaEFWxizE0Dlgkib7IExDsdYgwyczaItHZLkcZ4dHSNUKeir1sKw6VNAeY-T5ZhTyT7KxA6UFrisgO6Hz0aG9cU9CVi8OUnks9RHiw/s1280/agua-bendita.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="853" data-original-width="1280" height="426" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg32e720I7ODjbLPPSMKW5KgR3et-GLJeQz8DGY9jAJKTzIRG-Dl6jvnAetPkLySkc_Jix1YV8hAUt7uCGneaEFWxizE0Dlgkib7IExDsdYgwyczaItHZLkcZ4dHSNUKeir1sKw6VNAeY-T5ZhTyT7KxA6UFrisgO6Hz0aG9cU9CVi8OUnks9RHiw/w640-h426/agua-bendita.jpg" width="640" /></a></div><br />Cuando tenía doce años encontré una botella de agua en la cocina y vi que era vieja. Mi mamá nos había enseñado que el agua vieja es mejor tirarla porque guarda bichos. Entonces salí al patio y jugando vacié la botella. Justo iba a tirar la botella cuando vi que tenía un papelito pegado que decía <i>Agua Bendita</i>. Era el agua bendita de la abuela y yo la había tirado. <p></p><p>Mi abuela vivía con nosotros desde que murió mi papá. Yo no recuerdo nada de él porque estaba muy chico. La abuela va todos los domingos a misa, y cuando hay ruidos en la casa tira agua bendita para espantar a los espíritus. Yo había tirado el agua bendita y ahora estaríamos en peligro.</p><p>Sin pensarlo mucho, llené de nuevo la botella con agua del chorro de la cocina. Por supuesto, no dije nada, y menos a mi hermana, que luego lo iría a contar. Dejé la botella en donde la encontré. Durante un par de semanas me sentí muy nervioso porque alguien notara que yo había tirado el agua bendita y sustituido por agua normal. Es decir, si yo no decía nada, nadie sabría, pero yo seguí sintiendo temor de ser descubierto. </p><p>Después ya no vi la botella en la cocina. Mi abuela la había guardado en su ropero. Me olvidé de la botella.</p><p>Un par de meses después empezaron unos ruidos raros en el techo, justo encima de la cocina. Mi mamá decía que era un gato o varios gatos, que ya se irían. A mí no me gustan los gatos, decía la abuela. Los ruidos siempre eran a la hora de la cena, todos los días. Entonces mi abuela sacó el agua bendita que no era bendita y me pidió que subiera al techo y que echara un poco en el lugar donde provenía el ruido. Los gatos o lo que fuera que hiciera ruido se iba a ir. </p><p>Al principio no quería hacerlo porque sabía que el agua no era bendita pero mi abuela me insistió y mi mamá dijo que debía hacer caso. Subí al techo, tiré un poco de agua y recé un padrenuestro porque estaba seguro que agua no serviría. Luego de un par de días, el ruido se fue. Mi abuela estaba convencida de que el agua bendita había ahuyentado a los malos espíritus.</p><p>Estuve tentado de decir la verdad, pero me daba vergüenza, además de que me iban a regañar y probablemente a castigar. La abuela guardó de nuevo el agua en su ropero. </p><p>Nos volvimos a olvidar del agua hasta que un día a mi hermana le dio fiebre. Después de dos días de no mejorar, mi abuela le mojó la frente con el agua que solo yo sabía que no era bendita. Al siguiente día mi hermana estaba jugando de nuevo con las muñecas.</p><p>Mi conciencia casi explotaba porque yo quería confesar que el agua en realidad no era bendita, pero de nuevo preferí no decir nada.</p><p>Un día mi mamá llegó a casa con la noticia de que la habían despedido del trabajo. Quiso poner su mejor cara, pero yo vi que estaba muy preocupada. Le escuché decirle a mi abuela que tenía pocos ahorros y la abuela respondió que ya encontraría algo nuevo. Al día siguiente la encontré llorando en la cocina, y al verme se limpió las lágrimas y me dijo que no me preocupara. </p><p>La abuela sacó de nuevo el agua y decidió bendecir toda la casa, habitación por habitación, para que mi mamá lograra conseguir trabajo de nuevo. Rezamos un padrenuestro y un avemaría. Esa vez ya no pude seguir con el secreto. El agua no era bendita y no serviría y mi mamá no encontraría trabajo. Aproveché que mi abuela se fue a la iglesia y le confesé a mi mamá que había tirado el agua bendita y que lo sentía mucho, que no lo hice de intención y que no quería que por mi culpa no pudiera conseguir un nuevo trabajo.</p><p>Yo esperaba una gran regañada pero mi mamá sólo me abrazó. Me dijo que no había nada que perdonarme, que probablemente la botella estaba bendita y el agua que yo le había echado del chorro también lo estaría. Me sentí aliviado y le dije a mi mamá que la quería mucho.</p><p>Un par de meses después consiguió un nuevo empleo. Con el pago de la primera quincena compró una pizza, la que tiene piña, mi favorita. Mi abuela dijo que estaba segura de que el agua bendita había funcionado de nuevo. Mi mamá me miró y sonrió conmigo.</p>José Joaquínhttp://www.blogger.com/profile/03040448807941435507noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-2370738372563710474.post-70002706894757361872023-03-06T17:32:00.003-06:002023-03-07T15:43:30.369-06:00El trabajador<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgrvS32AWQ-Aqqm45YzqDzLfT99Vh7ZjwaXJLAv8XIXArn9dRXA1E44_tXwvXaEBXxd7fL42nGpjim5656dE5gMqr1NyVYSLOU4EiPILf-QC_pItW_6ad_EjaUOXflyIY54_pwLm_UuUPvM2FlT4GPoWodFi4iyLOWuUwrjLARbgm4PJs6IbImsiA/s1023/el-cansancio.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="610" data-original-width="1023" height="382" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgrvS32AWQ-Aqqm45YzqDzLfT99Vh7ZjwaXJLAv8XIXArn9dRXA1E44_tXwvXaEBXxd7fL42nGpjim5656dE5gMqr1NyVYSLOU4EiPILf-QC_pItW_6ad_EjaUOXflyIY54_pwLm_UuUPvM2FlT4GPoWodFi4iyLOWuUwrjLARbgm4PJs6IbImsiA/w640-h382/el-cansancio.png" width="640" /></a></div><p>Es lunes. Hoy salimos de la casa a las 4:30 de la madrugada para evitar el tráfico. Debido a la preparación de la comida y la ropa no nos pudimos acostar temprano. Tenemos que salir a esa hora porque de lo contrario no llegaríamos a tiempo para nuestro trabajo y el colegio de los niños. Los niños aún van dormidos en el carro y comen el desayuno dentro de él. Los pasamos dejando al colegio pero tenemos que esperar a que lo abran. Nos echamos una breve siesta ahí, todavía a oscuras. Cuando los celulares nos despiertan, dejamos a nuestros hijos en el colegio y podemos ir al trabajo.</p><p>Me da un poco de pena por los niños, que debieran dormir mejor y jugar más, pero no pudimos conseguir una casa más barata que no estuviera en una zona peligrosa. Después de dejar a mi esposa en su trabajo, llego al parqueo de la oficina y todavía me quedan algunos minutos que a veces aprovecho para dormir. Hoy no, muchas cosas me dan vuelta en la cabeza. </p><p>En el trabajo intento hacer todo dentro del tiempo laboral para no tener que quedarme más tiempo, pero a mi jefe no le gusta que yo salga puntual, como si el trabajo no estuviera hecho. Como si en los siguientes quince minutos después de la hora de salida pudiera suceder un imprevisto que forzara a todo el personal a quedarse hasta tarde para evitar el colapso total de la empresa. </p><p>No hay tiempo para que un viernes pueda ir de tragos con los compañeros. Los fines de semana hay que limpiar y arreglar la casa, ir al supermercado, ver tareas de los niños e ir a compromisos familiares. En ocasiones tengo que ir a la oficina en sábado. No me gusta, claro, porque me quita tiempo de familia, pero hay que ir. </p><p>Mi esposa trabaja en comunicación y es peor, porque si sucede algo en fin de semana le toca trabajar desde casa. Aún no entiende el porqué no la dejan trabajar desde casa. Las veces que lo ha pedido le han dicho que no. Durante la pandemia siempre tuvo que ir a la oficina, igual que yo, lo que generaba problemas porque los niños se quedaban en casa. Le tuvimos que rogar a mi suegra que llegara, y por supuesto, le pagamos. Tampoco yo entiendo por qué tengo que ir a la oficina todos los días. Trabajo en la industria alimenticia pero mi trabajo se puede hacer casi al cien por ciento en línea. </p><p>El domingo por la tarde, después de almuerzo, parece ser el único tiempo que tenemos libre. Pero a veces estamos tan cansados que no queremos salir. Los niños nos hacen salir porque ellos tienen toda la energía del mundo. Cuando llega el domingo a la noche, mientras veo a veces una película o una serie, pienso en por qué todo esto tiene que ser así. De adolescente tocaba el teclado con un grupo de amigos. Tocábamos canciones de moda. Hace un par de años compré un teclado, ilusionado por al menos tocar algo para mi familia, pero apenas lo he tocado. Sigue en su caja. Al llegar la noche estoy muy cansado como para ensayar.</p><p>Si nos permitieran trabajar desde casa podríamos cambiar a nuestros hijos para un <i>homeschooling</i> y más que ahorrar en el transporte, ganaríamos horas de descanso y de familia. Pero no, los jefes quieren justificar sus puestos y decir chistes malos que tenemos que soportar. Es como si sienten que su poder se diluye en el trabajo a distancia. Los resultados nunca han importado, porque según las estadísticas la productividad mejora trabajando desde casa.</p><p>No somos los únicos y probablemente para otras personas hay otras soluciones. Mi mamá cuando me quejo por teléfono con ella me dice que hay personas que están en peor situación. Yo sé, le digo, pero eso no quita que siempre estoy cansado y que además de trabajar e ir ir y regresar del trabajo apenas si puedo existir.</p><p>Un día, haciendo el super, me encontré con un viejo amigo de la banda donde yo tocaba el teclado. Estaba gordo y se miraba avejentado, iba con su familia, su esposa y dos niños. Pensé en si yo no me miraría igual. A veces ni al espejo me miro. Pensamos en juntarnos de nuevo a recordar los buenos tiempos de música, pero quién sabe si nos podamos reunir. Él también se miraba cansado.</p><p>Siempre se dice que se trabaja duro para un mejor futuro. Ya no estoy tan seguro de eso. El futuro solo parece ser más y más trabajo. Y menos vida.</p><p>Suena la alarma. Ya me toca entrar a la oficina. </p>José Joaquínhttp://www.blogger.com/profile/03040448807941435507noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-2370738372563710474.post-45821569405053556742023-02-15T18:09:00.008-06:002023-02-19T12:02:17.487-06:00El ladrón invisible<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgxr3yeShMuhNlpXk0rAVNOQ437wjS3hRxRsiuArNE2JPWZXc8AtzplmzGCVIGWwvkhz2bGkBNsoRFBk1luB2pFysiTCD8qre842PZbx1Vx0uxtu3nRpCvVdDULWnANI1uizw2HsrjVQXUcAVonI2tpfMfpfIsw0T7Mseo0PF52Nlbeht-BgQYa8w/s1280/ladron-invisible.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="853" data-original-width="1280" height="426" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgxr3yeShMuhNlpXk0rAVNOQ437wjS3hRxRsiuArNE2JPWZXc8AtzplmzGCVIGWwvkhz2bGkBNsoRFBk1luB2pFysiTCD8qre842PZbx1Vx0uxtu3nRpCvVdDULWnANI1uizw2HsrjVQXUcAVonI2tpfMfpfIsw0T7Mseo0PF52Nlbeht-BgQYa8w/w640-h426/ladron-invisible.jpg" width="640" /></a></div><br />Estaba empezando a dormirme cuando escuché un ruido afuera de la casa. Estaba solo, mi mujer y mis hijos estaban donde mis suegros. Era un sábado por la noche, ellos regresaban al otro día, domingo. Las cosas no estaban bien entre mi mujer y yo. Oí pasos. Encendí la luz de la mesa de noche y me quedé atento escuchando. <div><br /><div>Por algunos minutos no escuché más pasos. Podría haber sido un gato. Los gatos callejeros a veces son como la gente, pero más libres. Estaba por apagar de nuevo la lámpara cuando de nuevo escuché ruidos. Esta vez me levanté y caminé hacia la sala, encendí las luces y miré por la ventana hacia el patio. No había nada ni nadie. En el techo del vecino de enfrente miré a un gato blanco. Bien podría haber sido el de los ruidos. </div><div><p></p><p>Encendí la televisión para ver alguna película en línea. Encontré una sobre un asesino que por las noches entraba a robar y matar aleatoriamente. No fue una buena elección. Puse una comedia para pasar el rato. Escuché de nuevo pasos, esta vez claramente caminaban sobre el césped. Me asomé por la ventana de la sala, luego por la ventana del dormitorio del fondo y luego por la de la cocina. No vi nada. Quizás me estoy volviendo loco, pensé. Nunca nadie ha entrado a robar a la casa. </p><p>No escuché nada más durante media hora. Ya estaba empezando a dormirme otra vez cuando escuché de nuevo los pasos. Ahora en el techo. Con una escoba golpeé el techo, para que supiera que yo sabía que estaba ahí. El corazón me latía rápido. No escuché más pasos. Probablemente se había quedado quieto. Encendí y apagué repetidamente la luz del garage para confirmarle que yo estaba atento. Miré de nuevo por la ventana de la sala hacia el jardín. Después de unos cinco minutos, otro gato, ahora negro, saltaba desde el techo.</p><p>Esta vez decidí sacar mi bate de béisbol de aluminio y salir a ver el jardín y el patio trasero. El corazón seguía latiendo rápido. El viento hacía moverse las láminas del techo del garage. La vecindad estaba en completo silencio. A lo lejos sonaba el ladrido de un perro. La luna estaba casi llena y el cielo despejado. No vi ni escuché nada. No había ni gente ni gatos, pero yo sentía una presencia que no podía explicar. Algo o alguien que estaba allí y que no se iría.</p><p>Entré de nuevo a la casa, puse la televisión a volumen bajo para seguir escuchando los ruidos de afuera. Ya estaba dejándome llevar por la trama de la película cuando escuché de nuevo los pasos. Eran bien definidos, no era un gato, de eso estaba seguro. Estaba en el jardín. Podía escuchar el césped crepitando claramente. Tomé de nuevo el bate de aluminio y salí decidido a enfrentar al invasor con todo y mi corazón casi explotando.</p><p>Abrí lentamente la puerta de la sala, pero no había nadie detrás. Con el bate alzado con mis dos manos salí hacia el jardín. Vi un par de ojos encendidos flotando, como sin cuerpo. Me miraban retadores. Caminé hacia ellos, hasta darme cuenta de que era otro gato. Solo logré ver su cuerpo blanco con manchas negras hasta que me acerqué. No se movía el infeliz. Tuve que gritarle que se fuera para que se moviera, y como con dudando, sin decidirse del todo, como si olvidara algo, dio un salto hacia la pared y se fue a la casa de a la par. Seguí buscando al intruso, pero no había nada.</p><p>Me quedé agitado pero regresé a casa. Logré dormir por una media hora, hasta que de nuevo me despertó el ruido. Decidí salir con el bate y caminar por varios minutos por la casa. No hacía tanto frío. Todas las luces estaban encendidas. Vi el reloj de la sala por primera vez en toda la noche. Eran las tres de la mañana. Sentí que ya había perdido toda la noche. Encendí la computadora para trabajar en un sitio web. No avancé nada, y poco a poco comencé a sentir sueño. Me fui a acostar a las cinco y media de la mañana, con las primeras luces del día.</p><p>Dormí hasta las once de la mañana, cuando un gato maullaba afuera. Era el gato de la noche anterior, el cuerpo blanco con manchas negras. Salí y lo nombré Morfeo. Le di una sardina que tenía en la alacena y comió con gusto, después se fue por el techo. Después de almuerzo regresó mi familia. Fui con mis hijos al parque. La cena transcurrió en armonía.</p><p>Antes de ir a dormir salí a ver los alrededores de la casa. Todo parecía estar bien. Escuché de nuevo el ruido y era Morfeo, que visitaba. Había dejado un hueso de pollo en el jardín. Se fue de nuevo. Los gatos callejeros son almas libres. Esa noche dormí muy bien.</p></div></div>José Joaquínhttp://www.blogger.com/profile/03040448807941435507noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-2370738372563710474.post-35950327505265075732022-11-06T17:51:00.004-06:002023-02-03T10:13:51.079-06:00El futbolero<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgkx3Ka0hlScFcrGFwsLHgmoA7h4itdRkWUSlfodFwp8jPWSnZuza7SMlGqlldJwJDSlx7WCjIG5ov29PplwpvPM3XVcBkRkLj1S8BPgBrSbvxGWDvBiCCEkA5mzUndu2JWijmRLgJsPOd5h4NHi2sWTGe8xsM1C8lzeupvII7fl5oiyTfaQYR5nQ/s640/el-futbolero.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="427" data-original-width="640" height="428" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgkx3Ka0hlScFcrGFwsLHgmoA7h4itdRkWUSlfodFwp8jPWSnZuza7SMlGqlldJwJDSlx7WCjIG5ov29PplwpvPM3XVcBkRkLj1S8BPgBrSbvxGWDvBiCCEkA5mzUndu2JWijmRLgJsPOd5h4NHi2sWTGe8xsM1C8lzeupvII7fl5oiyTfaQYR5nQ/w640-h428/el-futbolero.jpg" width="640" /></a></div><br /><div style="text-align: left;">Siempre me gustó el fútbol. De pequeño jugaba chamuscas en la cuadra con mis amigos, a veces entre el lodo, a veces en el polvo. Jugábamos tardes enteras y regresábamos mojados de sudor a casa. Mis papás me enviaron a clases de piano para ver si dejaba el fútbol. Fui durante un año, tenía un cierto talento sin ser nada del otro mundo pero yo quería jugar. De adolescente ingresé a un equipo de ligas menores. Jugaba entonces en todos los partidos que podía durante el fin de semana. </div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;">Después pasé a jugar a ligas amateur. Varias veces me ofrecieron ir a uno de los equipos profesionales pero nunca se concretó nada. Cuando me hice novio de la que después fue mi esposa ella iba contenta a verme jugar. Al poco de casarnos ella ya no quería saber nada de eso. No pudimos tener hijos. Después de siete años de casados nos terminamos separando y ese mismo año me lesioné de la rodilla derecha. Me operé pero no quedé bien.</div></div><p></p><p>Entonces hice lo que no hacía mucho hasta entonces, ver partidos por la tele e internet. Llené mis fines de semana de fútbol. A veces invitaba amigos a la casa para ver partidos importantes. Se terminaban aburriendo porque yo seguía viendo partido tras partido. Subí un montón de peso. Y me dolía más la rodilla, algunas noches no podía dormir del dolor y me ponía a ver repeticiones de partidos. Me suscribí a todos los servicios de streaming que pude para poder ver los partidos. Poco a poco empecé a ver otras ligas, otros torneos no tan conocidos, ligas femeninas y menores. Procuraba ver los partidos más importantes del fútbol mundial y a veces como son al mismo tiempo escogía cuál miraba en directo y cuál miraba en diferido.</p><p>Iba a la oficina a trabajar y ponía partidos en la computadora con audífonos puestos. Cuando empezó la pandemia fue al mismo tiempo lo mejor y lo peor. Lo mejor porque podría ver partidos tranquilo poniendo mis bocinas, pero también lo peor porque no había otra cosa más que fútbol. Si por alguna razón tenía que ir a la oficina me ponía muy mal, me entraba una ansiedad incontrolable que solo se calmaba al regresar y ver uno o dos partidos. Aumenté aún más de peso.</p><p>Los fines de semana era de pedir comida a domicilio y empezar la jornada a las 7 de la mañana para ver los primeros partidos en la liga inglesa. Cuando me bañaba ponía una mi bocina bluetooth para escuchar comentarios de los equipos, previas y post partidos. Aunque muchas veces estuve a punto, nunca quise apostar. Creo que hubiera sido mi perdición porque seguro me habría vuelto adicto. Procuraba siempre quedarme dormido con alguna repetición de algún partido que me hubiera gustado. </p><p>En mi oficina de la casa tenía los dos monitores del trabajo y una televisión con partidos al centro, entre los dos monitores. Si había alguna reunión virtual, solo le quitaba el volumen. No me di cuenta cuándo, pero había días en que no escuchaba nada de música, solo cosas de fútbol. Cuando no encontraba partido interesante -cosa rara- que ver en línea ponía partidos de los mundiales. Digo cosa rara porque en realidad cualquier partido es interesante. Los partidos que más he visto de mundiales son las finales de México 70 y México 86. Pelé y Maradona siempre fueron un fútbol aparte.</p><p>Un día de tantos viendo archivos viejos en la computadora vi fotos de cuando jugaba al fútbol. Me agarró un poco la nostalgia. Una vez fui campeón de un torneo de barrio. Logramos tener un buen defensa y un buen delantero y para las finales le pagamos a un ex portero profesional. La final la ganamos con un gol a último minuto a pase mío. En esas fotos salgo muy feliz. No recuerdo haberlo estado tanto como aquella vez. La rodilla me empezó a doler de nuevo bien fuerte. Se fue calmando poco a poco el dolor viendo partidos.</p><p>Un fin de semana intenté no ver tanto fútbol. Escogí varias películas y hasta compré un par de libros. Vi una película y comencé a leer uno de los libros. Creo que avancé unas diez páginas antes de poner el primer partido. Al fin y al cabo a nadie le hace daño que yo vea fútbol a todas horas, pensé. De vez en cuando mi hermana me llamaba y me pedía que fuera un domingo a almorzar con ella y mis sobrinos y yo mentía que estaba ocupado para quedarme en casa viendo fútbol. Antes solía ir a visitarlos para los cumpleaños.</p><p>Fui donde una nutricionista porque ya me estaba preocupando mi peso. Todos los exámenes de laboratorio salieron con indicadores disparados. Escuché atentamente a la nutricionista hablar de la importancia de una dieta balanceada, de un mínimo de ejercicio y de las consecuencias del sedentarismo y la mala alimentación Seguí la dieta y salí a caminar durante dos semanas y un día mandé a traer pollo frito y se acabó todo. Me puse a ver los partidos y a comer como siempre. </p><p>Un día de tantos escuché una conversación en la panadería. Los adictos no se curan, se rehabilitan, le decía una señora a otra mientras le contaba la historia de su sobrino adicto a la heroína. Esa frase se quedó dando vueltas en mi cabeza por varias semanas. El vicio del fútbol ya estaba pasando factura en el trabajo, había bajado mi productividad y me habían llamado la atención varias veces. </p><p>Llamé a mi hermana y la invité a almorzar. La esperé en un restaurante donde estaban pasando un partido de fútbol. Al llegar ella le dije que nos fuéramos a otro lugar. Me dijo que le daba pena mi situación y podía ayudar, pero yo era el que tenía que tomar decisiones. Y que la primera decisión debía ser ir donde un profesional. </p><p>Decidí intentarlo por mí mismo. Me inscribí a una academia de música a estudiar teclado. Retomé la dieta y el ejercicio. Volví a visitar a familiares y a juntarme con amigos. Pedí volver a la oficina en lugar de trabajar desde casa. Llevo unos cuantos meses de haber empezado la rehabilitación. No soy tan malo para el teclado.</p>José Joaquínhttp://www.blogger.com/profile/03040448807941435507noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-2370738372563710474.post-55194707798406207872022-04-03T18:27:00.007-06:002024-01-07T16:44:35.308-06:00El helado<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiAwmsGd6w2XwWk7mvXjFWWr7kJrMkWcH3XowSa7Wy1Fmjhx8llf-Zms5wiySv9RNXyrfO1gc3crRf9ag0fw3bPlkRJ4qMX3jbXFZSLp-uJIwMJEdtoXQFt7F4v0YTAaU_kPt14NcwcxzE58M_b5Ic2ZVQjux-YmhpVDFSGqRXYFfcveJ-A2RpXfg/s640/el-helado.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="426" data-original-width="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiAwmsGd6w2XwWk7mvXjFWWr7kJrMkWcH3XowSa7Wy1Fmjhx8llf-Zms5wiySv9RNXyrfO1gc3crRf9ag0fw3bPlkRJ4qMX3jbXFZSLp-uJIwMJEdtoXQFt7F4v0YTAaU_kPt14NcwcxzE58M_b5Ic2ZVQjux-YmhpVDFSGqRXYFfcveJ-A2RpXfg/s16000/el-helado.jpg" /></a></div><br />Todos los veranos mis papás nos llevaban a mi hermana y a mí a comer helados los domingos por la tarde. Íbamos a algún lugar que tuviera juegos y después de correr por todos lados y subirnos a todos los juegos que podíamos, terminábamos comiendo helados viendo el atardecer. <span><a name='more'></a></span><p></p><p>Esa imagen de la niñez nunca se me borró. No lo sabes en el momento, eres feliz. Cuando las circunstancias de la vida no te son favorables, recuerdas esos días con nostalgia. Como ahora, que es verano y el calor insoportable hace que añore los helados de chocolate que comía de niño.</p><p>Mi hermana se fue a Estados Unidos y no puede volver por lo de la visa. Mis papás murieron en años seguidos de un cáncer que me pareció fue contagioso. El último recuerdo que tengo de mi padre es una tarde, ya enfermo, comiendo helados, pero yo ya adulto, mi hermana fuera y mi mamá ya fallecida. Sentí de nuevo ese sentimiento de felicidad de la niñez, ese sentimiento de que todo iba a estar bien. Mi papá murió dos meses después. Y las aplicaciones del teléfono, que pueden ser muy crueles, me recordaron ese día el domingo pasado. Ya cinco años.</p><p>Ese domingo la pasé muy mal. Los recuerdos se vienen de a montón. Llamé a mi hermana y le conté lo que la aplicación del teléfono me había hecho. Ella me dijo que para ella había sido peor, que la distancia hacía el dolor doble. Terminamos llorando los dos.</p><p>Hoy domingo decidí salir de casa. Fui a un lugar donde habían niños y después de ver a las familias, como antes la mía, me comí un helado de chocolate. Llamé a mi hermana y le conté. Ella me dijo que había salido con su familia y que estaba comiendo helados con sus hijos, aunque en su ciudad no hubiera calor. </p>José Joaquínhttp://www.blogger.com/profile/03040448807941435507noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-2370738372563710474.post-29866131885397637172022-03-27T10:22:00.009-06:002024-01-03T16:25:30.786-06:00El perro fiel<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhuRWTOg4sSJtrd_dVolUyyYjIh8BgElQkT08KxSdN_rqpoKp4RSDme_DQpsaY8ePooon7wSzebuqGSXc6tGWA2RjDzJPsjOc8Ko38Epy9bjBT_oMF0Y-WRtC8HcaH8TL2tdLre3KunHReZx4O7XLW5agIYGhJTXtp1LForRAuIIZprG3s2utwoGQ/s640/perro-fiel.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="480" data-original-width="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhuRWTOg4sSJtrd_dVolUyyYjIh8BgElQkT08KxSdN_rqpoKp4RSDme_DQpsaY8ePooon7wSzebuqGSXc6tGWA2RjDzJPsjOc8Ko38Epy9bjBT_oMF0Y-WRtC8HcaH8TL2tdLre3KunHReZx4O7XLW5agIYGhJTXtp1LForRAuIIZprG3s2utwoGQ/s16000/perro-fiel.jpg" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div>Una tarde salí a comprar pan a un panadería que quedaba cerca de mi casa. Al regresar un perro empezó a caminar a la par mía. Yo le hacía señas de que se fuera para otro lado pero no hizo caso. Cuando llegué a la puerta de mi casa se quedó esperando que abriera y al nomás abrir entró como si fuera su casa de siempre. Era juguetón y tenía energía, calculé que tendría un año o poco menos.<span><a name="more"></a></span><p></p><p>Esperé ver algún rótulo en la calle de alguien que lo estuviera buscando pero nunca vi nada. Mis papás no estaban muy contentos que digamos con que yo haya llevado un perro. Me nombraron encargado de él y por lo tanto yo tenía que limpiar sus cagadas y miadas. Me cayó tan bien que no me pesaba tanto la tarea. Además resultó ser muy inteligente, yo busqué un manual para perros y al poco tiempo ya hacía sus necesidades en un solo lugar, se sentaba al pedírselo y daba la pata amistosamente. Yo estaba de vacaciones del colegio así que pude dedicarle todo el tiempo posible.</p><p>Una tarde le dije varios nombres y cuando dije 'Coco' ladró dos veces. Coco te llamarás le dije y nos pusimos a jugar. Era muy bueno con la pelota, como esos perros de los videos de la playa. Con su hocico tiraba la pelota al aire justo donde yo estaba y yo se la regresaba de cabeza o con el pie. Cuando llegó el tiempo de ir al colegio, Coco me acompañaba a la parada de bus todos los días. Yo iba al colegio en transporte público. Por más que yo quería que se quedara, si le cerraba la puerta al salir se ponía a aullar y a llorar. Solo se tranquilizaba cuando salía conmigo. Al principio quería subirse al bus pero luego entendió que tenía que regresar a casa. Me contaban que se quedaba mirando al bus y cuando ya no lo podía ver regresaba a casa. </p><p>Cuando yo regresaba del colegio estaba esperándome en la puerta de la casa. No sé cómo pero averiguó dónde me bajaba del bus de regreso a casa y cuando mi mamá se descuidaba salía a esperarme. Se hizo problema cuando yo no regresaba a casa a la misma hora o cuando por error me bajaba una parada después. Algunas veces me tocó irlo a traer a la parada donde me estaba esperando. Otras veces al ver que no llegaba regresaba solito a casa.</p><p>Una vez que me acompañó a la parada de bus cuando iba al colegio se pasó ladrándome todo el camino, como queriéndome decir algo. No te entiendo Coco, qué te pasa, le decía, y él seguía ladrando. Cuando llegué al colegio y llegó la hora de recreo me di cuenta de que se me había olvidado mi comida. Coco me lo había querido decir pero no le entendí. Al regresar a casa le dije que me disculpara pero que no había entendido.</p><p>Muchas cosas pasaron con Coco. Cuando salí del colegio y entré a la universidad siguió acompañándome a la parada del bus. Aprendí que cuando me ladraba había olvidado algo. Una vez, por ejemplo, olvidé las llaves y regresé a casa por ellas. Otra vez había olvidado mi billetera. No sé cómo se podía dar cuenta de esos detalles. </p><p>Salí de la universidad y encontré mi primer trabajo. Me mudé con mi novia de ese tiempo y Coco se vino a vivir conmigo. Coco la aceptó muy bien a ella. Sin embargo no funcionó la relación y tuve que regresar a casa de mis papás. Estuve triste un tiempo. Lo que hacía Coco cuando me miraba triste era ladrarme invitándome a salir a la calle a caminar. Gracias amigo, vamos, le decía. Cuando le decía que no tenía ganas, insistía ladrando. Bueno, vamos, le decía.</p><p>Un día Coco resultó con tos. Lo llevé al veterinario y diagnosticó moquillo. Le di todas las medicinas que recetaron pero siguió empeorando. Apenas salía de su casa, tenía su mirada triste y comía poco. Flaquito, me daba lástima y hasta pensé en ponerlo a dormir. Una mañana amaneció muerto. Había vivido diez años conmigo. Estuve triste un tiempo y cuando ya me sentí mejor mandé a imprimir una foto que tenía de Coco y la colgué en una pared de mi cuarto. Lo extraño cuando salgo a pie y voy a la parada de bus o cuando olvido mis llaves.</p>José Joaquínhttp://www.blogger.com/profile/03040448807941435507noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-2370738372563710474.post-83351202483252318102022-03-13T12:05:00.004-06:002023-03-12T10:16:01.403-06:00El traficante de palabras<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjUR_slNuoD4KGa3JUHAHgTrhWVhaJwOD6nueExpW5ugdMPrfEig1mIfJKRjlkC1OwBNNIqK3vwFtOpaG4k74UtdHz3eNKJnccG1sUYOSIbmi_gnDlYcWE2umfDf4tVZnbQKAePKoRWIrykNsvhBg7joT6n5iD6rKM8NR5gUx5G8VPxUSmVrNtBKQ=s640" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="426" data-original-width="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjUR_slNuoD4KGa3JUHAHgTrhWVhaJwOD6nueExpW5ugdMPrfEig1mIfJKRjlkC1OwBNNIqK3vwFtOpaG4k74UtdHz3eNKJnccG1sUYOSIbmi_gnDlYcWE2umfDf4tVZnbQKAePKoRWIrykNsvhBg7joT6n5iD6rKM8NR5gUx5G8VPxUSmVrNtBKQ=s16000" /></a></div><br />Me contrataron en una empresa para generar tráfico web en una de sus páginas de noticias. Querían crecer mucho y rápido. Cuando me entrevistaron para el puesto, yo les dije que había que invertir y que podía ser un trabajo de largo plazo. Tenemos dinero, me dijo el que parecía más enterado de lo que era trabajar en tráfico web, un tipo desaliñado, de unos cuarenta años, que llegó en pantaloneta y sandalias a la entrevista. Entré a trabajar a la empresa.<div><br /></div><div>Mi jefe, por supuesto, era el desaliñado. Yo había llegado con mi mejor traje pensando que era una empresa muy formal. Para este tipo de trabajo creativo, sin embargo, solo tenían metas. Si dabas resultado te quedabas, si no te ibas. Este trabajo lo conseguí unos tres años antes de la pandemia. Pedí trabajar desde casa, a lo que mi jefe me miró raro. Después de un par de minutos de negociación, logré trabajar dos días a la semana desde casa. No era un solo sitio web para el que iba a trabajar, era toda una red de distintos países de habla hispana.</div><div><br /></div><div>Lograr que entren miles o millones de visitantes a un sitio web es algo difícil si no se tiene presupuesto. Hacer que te quiera Google no es sencillo, pero hay herramientas y estrategias que te ponen en el camino. Lo que yo tenía que hacer era identificar palabras de búsqueda, hacer un listado de ellas por grado de interés, localidad, fecha y sitio web. Los sitios web de noticias probablemente son más fáciles de posicionar porque las novedades siempre venden. Aún así, hay que hacer campañas pagadas en todos los sitios y redes sociales posibles. </div><div><br /></div><div>A medida que me iban asignando más responsabilidades me di cuenta de que los sitios web que manejaba la empresa no eran solo sitios de noticias. Buscaban limpiar la imagen de gobiernos y gente de dinero. Vendían, y caro, servicios para levantar imagen o crear conversación en torno a temas que interesaran a alguien. A veces, verdaderas cortinas de humo para que otros temas no acapararan la atención.</div><div><br /></div><div>Una vez por ejemplo, yo tenía que buscar palabras clave para contrarrestar un escándalo de un ministro. El ministro había concedido contratos multimillonarios a cambio de dinero en efectivo. Logramos que los primeros resultados de búsqueda de Google y algunas redes sociales tuvieran nuestra página entre ellas. La nota principal que hicimos circular culpaba al ministro anterior, que efectivamente cayó preso tiempo después. El ministro para quien hicimos la campaña sigue aún en su puesto.</div><div><br /></div><div>No me gustó esa parte del trabajo. Una cosa es encontrar intenciones de búsqueda de las personas y crear contenidos para satisfacer esa necesidad y otra intentar manipular a la gente. Se lo dije a mi jefe. Son negocios solamente, me dijo. Alguien más siempre lo va a hacer de todos modos.</div><div><br /></div><div>En otra ocasión un heredero de una familia de dinero había asesinado a su novia. Fue un total escándalo. Ahí intervinieron como consejeros un par de periodistas que tenían programas de tertulia en radio. Por instrucción de los abogados y los periodistas, lo que se intentó crear fue una duda razonable, encontrar otros sospechosos. Como si fuera un capítulos de una serie de detectives, en varias entregas se redactaron piezas en las que se señalaban como posibles sospechosos a un anterior novio, a un cuñado de la víctima y hasta su padre. En la opinión pública siempre quedó la idea de que el heredero era culpable, pero salió libre por falta de pruebas.</div><div><br /></div><div>Luego de un par de campañas que no salieron como se esperaba, despidieron a mi jefe. Me ofrecieron el puesto, pero no acepté y me despidieron a mí también. Busqué trabajo de otra cosa y encontré. No pienso volver traficar palabras para nadie.</div><br />José Joaquínhttp://www.blogger.com/profile/03040448807941435507noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-2370738372563710474.post-32177842811561418712022-03-06T12:39:00.008-06:002023-02-07T21:57:29.871-06:00El acumulador de libros<div><div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjWjksLcrVOVyOW_MzEIAPRLTAgPIxP54dUzjNhLuckW0-jH2CeNJiH0Du3rLu7emaYDn1RnT6ptGfBlzjKPywuaWkYJfl6ngYculdSJhqygpedWBq6GB5Zz-QnB71rajlSI0aXpybQDoDGXjtfOweg902-0Gelon5mkXjrz3xDgzoGVw4op2PDUQ=s640" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="426" data-original-width="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjWjksLcrVOVyOW_MzEIAPRLTAgPIxP54dUzjNhLuckW0-jH2CeNJiH0Du3rLu7emaYDn1RnT6ptGfBlzjKPywuaWkYJfl6ngYculdSJhqygpedWBq6GB5Zz-QnB71rajlSI0aXpybQDoDGXjtfOweg902-0Gelon5mkXjrz3xDgzoGVw4op2PDUQ=s16000" /></a></div><br />Desde pequeño me gustaba mucho leer. Mis padres tenían una biblioteca algo aburrida que consistía en enciclopedias y libros sobre contabilidad y administración. Así que leía las entradas de las enciclopedias como si fuesen cuentos. Lo que al fin y al cabo son, porque los personajes y hechos históricos son reducidos a unas cuantas páginas y a la visión del que escribe y edita. Así, un personaje que bien pudo ser alguien despreciable, es tratado como un héroe o alguien que cambió la historia como un perdedor.<span><a name='more'></a></span></div><div><br /></div><div>Cuando tuve edad de poder salir y comprar cosas, iba a las librerías de usado y compraba principalmente libros de relatos cortos. Me fascinaban Edgar Allan Poe y Chejov, a quienes descubrí por pura casualidad. Siempre leí primero los cuentos más cortos, así sabía si los cuentos más largos podrían gustarme. No podía comprar muchos así que releía bastante. Alguna vez soñé con escribir algo como lo que leía, algo que alguien pudiera leer y le pudiera fascinar. Descarté la idea porque escribir no es precisamente algo placentero, es más bien algo aburrido.</div><div><br /></div><div>A veces veía las librerías y los muchos títulos que quería comprar. Era triste no tener presupuesto para llevarme todo lo que quería. Las pocas bibliotecas a las que iba me gustaban, pero al final tenía que dejar el libro en el estante, me tenía que despedir de él. La única que tenía préstamo externo era la biblioteca de la universidad, pero también me dolía devolver los libros. Algunos solo los quería por la portada, por algún diseño a veces genial o a veces descuidado pero fascinante. La adquisición de libros estaba limitada por mi presupuesto, que era lo que me daban mis padres. Algunas veces los libreros me aceptaban los libros ya leídos como parte del pago. No lo hice muchas veces, porque me dolía perder los libros. Un dolor que hasta podía ser físico. Un par de veces, y lo digo con mucha vergüenza, tomé dinero de la cartera de mi padre para no tener que vender mis libros y poder comprar más.</div><div><br /></div><div>Todo esto fue antes de internet. Internet era muy caro al principio, así que si quería optimizar mi tiempo tenía que planificar las visitas. Había sitios con relatos cortos en los cuales descubrí cuentos de Borges, Cortázar y Chejov que no había leído en los libros de papel. Internet era la gran biblioteca de Babel que soñó Borges, donde estaría la totalidad de lo escrito por la humanidad, que es algo que tiende al infinito, pero en realidad es limitado por el número de personas que han escrito algo.</div><div><br /></div><div>Al ingresar a internet copiaba y pegaba los relatos cortos lo más rápido que podía en un archivo de word y después imprimía los textos para leerlos. También imprimía las portadas que encontraba.</div><div><br /></div><div>Existe una corriente que habla sobre el libro como un objeto sagrado y casi sataniza la lectura en línea. No soy de esos. Tampoco romantizo las librerías, y además yo iba a comprar libros, no a hacerme amigo de los libreros. Se crea el cuento de que internet vino a acabar con el encuentro de la gente y con las librerías como templos del saber. Pero no, una historia no es una página de papel que acabará podrida en corto o largo plazo. Una historia es lo que absorbes al leer, lo que se queda en ti después de leer. Lo que quiso el escritor que visualizaras, aunque no sea lo mismo, porque cada quien lee desde su circunstancia y eso es siempre diferente. Algunos ven moralejas y lecciones donde no las hay, porque muchas veces los que escriben solo relatan hechos de la mejor manera posible sin querer dar lecciones ni dar enseñanzas. Es la vida nomás la que se trata de contar en letras.</div><div><br /></div><div><br /></div><div style="text-align: center;">* * *</div><div><br /></div><div>Mi problema empezó cuando obtuve el primer empleo. Ya podía comprar más libros, ya no tendría necesidad de piratear de internet. Podría comprar un libro y disfrutarlo, releerlo, y colocarlo en mi librera una vez ya fuera parte de mí. Porque no pensaba nunca en vender, regalar o prestar mis libros, porque me iba a doler mucho. Hay muchas maneras de gastar el dinero. Algunos viajan, otros compran ropa o relojes, otros van a restaurantes. Yo compraba libros. </div><div><br /></div><div>Durante los primeros dos años de estar en el mercado laboral pude leer bastante, pero poco a poco empecé a comprar más libros de los que podía leer. Pensaba en que algún día podría tomar cualquier libro y disfrutarlo, aunque fuera meses después de haberlo comprado. Los editores han ido mejorando en sus diseños de portada y ahora está al alcance de cualquiera hacer una portada llamativa y profesional. No era un secreto, pero descubrí que la mayoría de libros que se publican son malos. Por un lado, las editoriales publican a quien creen que puede vender bien o a quien pague. Y por otro están las editoriales de vanidad y los que se autoeditan. Algunos son buenos, claro, pero son los menos. Parece que el sueño es ser escritor y ser reconocido como tal. Aportar algo, pulir la técnica, aprender de los maestros y tomarse el tiempo de intentar algo bien hecho no es algo que llame la atención. </div><div><br /></div><div>Yo seguí comprando libros, era lo que me gustaba. Cuando se hizo evidente que mis libros y yo no cabíamos en la casa de mis padres, me mudé. Tuve suerte de encontrar una casa espaciosa a con un alquiler cómodo. Y como mi entretenimiento de fin de semana era comprar libros, poco a poco esa casa se convirtió en algo parecido a las librerías de viejo que visitaba. Tres ambientes de la casa se llenaron de libros. En el otro dormía yo. Seguí comprando libros hasta que yo no cabía en mi propia casa.</div><div>Leía menos, era lo paradójico. Con el tiempo uno se vuelve más selecto con lo que lee. Pero seguía disfrutando ver las portadas, ojear las páginas. Incluso empecé a comprar libros artesanales, algunos son muy llamativos. </div><div><br /></div><div>Cuando apenas y podía entrar a mi casa porque por todos lados había libros, busqué otra casa. El mismo casero que me alquilaba tenía otra disponible no muy lejos de la primera. La tomé y por primera vez vi que en realidad tenía un problema y que debía resolverlo. Varias veces fui a mi casa de los libros y comencé a seleccionar libros que podía vender, regalar o descartar, pero cuando llegaba el momento de dejarlos ir, una maldita taquicardia y falta de aire aparecían, y solo se iban cuando desistía de la idea.</div><div>La recaída fue peor, en poco tiempo tenía la nueva casa llena de libros. Y aunque era una verdadera locura, alquilé una tercera casa, al mismo casero. Esta vez él dudó y me dijo que el problema empezaba a ser más grave porque ya había ratas en la primera casa. Me ocupé de que una empresa se encargara de ellas. Me salió algo caro, pero no podía pensar en que mis libros se perdieran a manos de esos animales. </div><div><br /></div><div>En la tercera casa intenté cambiar los libros físicos por los electrónicos. Funcionó un tiempo, recuperé la real afición por la lectura y descubrí nuevos escritores. En Amazon y otras plataformas también compré muchos libros, y lo bueno era que no se apilaban en las esquinas de la casa. Sin embargo, el libro electrónico no se posee, no es un objeto, no se toca. Y recaí. </div><div><br /></div><div>Una vez llené la primera habitación de la tercera casa, vi que mi vicio no era sostenible y que además me estaba saliendo muy caro. Con la vergüenza del caso llamé a mi padre, quien no sabía el alcance de mi problema. Coincidimos en que me tendría que deshacer de todos los libros y que yo no podía estar presente. </div><div><br /></div><div>Mi padre es un buen comerciante, así que sacó algo de dinero por los libros al vender la tercera parte, por supuesto, a librerías de viejo. El resto se fue directo a la basura. Fue relativamente rápido, en cuestión de un par de meses las tres casas estaban vacías de libros. Entré en una depresión que incluso me llevó a visitar a un psiquiatra. Tenía que afrontar las fases del duelo. Me tomó un par de años sentirme mejor. Luego conocí a Clara, una chica a la que no le gustaban los libros sino las películas y series de TV. Cuando comenzamos a vivir juntos, le pedí que fuera a una librería de viejo y comprara los libros de relatos de Borges, Chejov y Poe que consiguiera, más algunos de otros autores. Sé que si entro a una librería o biblioteca el problema volverá. Es un día a la vez. </div></div><div><br /></div>José Joaquínhttp://www.blogger.com/profile/03040448807941435507noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-2370738372563710474.post-34699810693426506442022-02-28T09:45:00.001-06:002022-02-28T14:34:48.558-06:00El enamorado<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEiR0l53sQsNvjGiuicY7FuQMgGS1mYCK8Ufkw1Mq-Xn-BsL81SuNOm3khtroY7-1qnmUjhupvdzvV7DMijjBg1FlThoXQ8nodGpb0kSpaS2FpzOTtVwNR1gyD5y5NOAgZPxamobvm8kplOrneMswqca7XYgq9S3JwnHo1hs_Rz_jfEcDiCnyl0h2A=s640" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="426" data-original-width="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEiR0l53sQsNvjGiuicY7FuQMgGS1mYCK8Ufkw1Mq-Xn-BsL81SuNOm3khtroY7-1qnmUjhupvdzvV7DMijjBg1FlThoXQ8nodGpb0kSpaS2FpzOTtVwNR1gyD5y5NOAgZPxamobvm8kplOrneMswqca7XYgq9S3JwnHo1hs_Rz_jfEcDiCnyl0h2A=s16000"></a></div><p>Ahorré la mitad de mi salario durante dos años sin una meta en particular. Cuando vi la cantidad en mi estado de cuenta me sorprendí. Era una cantidad de dinero que nunca había visto junta. Calculé que podía dejar de trabajar un buen tiempo así que fui y renuncié. Mi jefe se enojó porque ahora le tocaría buscar a alguien y entrenarlo y tenerle paciencia como la que me tuvo a mí. Pero bueno, ese era su problema. Al salir ese día de la oficina me sentí como cuando me regresaban del colegio porque no había clases.</p><p><span></span></p><a name="more"></a><p></p><p>Durante las semanas siguientes me levanté tarde y mandaba a traer comida rápida. No dejé de hacer limpieza en el apartamento porque una cosa es la vagancia y otra la suciedad. Vi series y películas y leí un par de libros. Antes de renunciar había decidido no meterme a ningún emprendimiento como hace mucha gente que renuncia de los trabajos. Si de todos modos el dinero se va a perder, es mejor disfrutarlo.</p><p>Un viernes me invitaron a ir a un bar nuevo. Al principio no quería ir porque estaba bien viendo series y películas y leyendo. El amigo que me invitó me dijo que irían un par de chavas interesantes. Fui al bar y la pasamos bien y conocí a la Adriana. Ya se imaginará el lector, este tonto se enamoró porque no tenía nada más qué hacer. Y así fue. Adriana no correspondió al enamoramiento al principio, pero teníamos una coincidencia, ella también había renunciado porque no soportaba su trabajo que además le había provocado ataques de ansiedad.</p><p>La invité a salir un par de veces, pero no aceptó. La recordaba bailando una <a href="https://www.youtube.com/watch?v=326Sk_-K3TM">canción</a> de sonido de los 70s imitando algún baile del TikTok. Son los <i>Metronomy</i>, me dijo cuando le pregunté. La canción no estaba tan mal, algo dulzona y melosa, pero muy bien hecha según mis pobres criterios musicales. Al parecer había cortado con un novio hace poco, al que no llegó a querer.</p><p>A la tercera vez que la llamé para invitarla a salir, le dije que debería aceptar porque el mundo se iba a acabar. El calentamiento global, la guerra Rusia - Ucrania, la pandemia. ¿Qué perdía ella con salir una vez con un chavo tranquilo? </p><p>Fuimos a un restaurante que tenía un jardín muy bonito. La pasamos bien. Tenía un gran sentido del humor. O sea, ¿me viste una vez y ya estás enamorado?, me dijo de repente. Me gustás mucho Adri, le dije, nada más. Nomás no te vayás a encular, chiquito, me dijo, entre risas. No te conviene. Lo intentaré, respondí. Por supuesto que ya para ese entonces estaba perdido. Terminamos en un motel donde entre risas hubo sexo. </p><p>Después ella venía al apartamento a ver películas y series casi todos los días. Hicimos un road trip por varios departamentos. Era como una luna de miel. Fue memorable un amanecer en el lago de Atitlán abrazado a ella. Me preguntó que de qué estaba viviendo si no tenía trabajo. Algunos ahorros, le dije, ya no tardarán mucho en acabarse. Un día fuimos otra vez al bar en donde nos conocimos y sonó de nuevo la canción del primer día y ella bailó. Su pelo largo y liso se mecía muy alegremente. Su sonrisa, ayudada por algunos tequilas, brillaba en todo el lugar. Sí, me había enculado, a pesar de su consejo.</p><p>Pasamos unos tres meses muy alegres, por momentos algo locos. Ella entonces decidió regresar a buscar trabajo. Mientras seguía buscando todavía llegaba al apartamento. El día que encontró trabajo me invitó a cenar. Espero que no te hayás enculado, chiquito. Confesé que no había podido evitarlo. Inclinó su cabeza a un lado y sonrió, pero no dijo nada. Un fin de semana llegó al apartamento y se llevó todas sus cosas. Me dijo que gracias por todo, pero que era el momento de que cada quien siguiera por su lado. Será mejor que no me llames o envíes whatsapps, chiquito. Yo la miraba incrédulo. Cuando salí a la calle, había un carro esperándola.</p><p>Un dolor sordo se instaló en mi pecho por las siguientes tres semanas. Me puse a limpiar y pintar el apartamento, arreglé cosas de fontanería y cambié un tomacorriente que estaba en mal estado. Cuando se terminaron las tareas del apartamento, me puse a buscar trabajo hasta que encontré uno. Todavía tenía algunos ahorros. Un par de meses después la llamé por teléfono, pero no contestó. Cuando quise escribirle un whatsapp me di cuenta de que me había bloqueado. </p>José Joaquínhttp://www.blogger.com/profile/03040448807941435507noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-2370738372563710474.post-59206242641332871112022-02-21T18:53:00.003-06:002023-09-03T11:19:40.170-06:00Vecinos<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEin_eHhRDFpXFYjDAPdKCU5u5BYYk7s262gjPsPeNe2VwrNbleAVj-4rVyrN1DOGl23FdRzqbV5eOMtmwIE53ft4VXNdhmmaFQ1N3c29gL3sIOInBEHRmwICs-VLlSLrTppla811iEvAkJDlVTAcD07lvnUDY8BC0FaoJffNUziM5euBPxZMKGYVg/s640/vecinos.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="427" data-original-width="640" height="428" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEin_eHhRDFpXFYjDAPdKCU5u5BYYk7s262gjPsPeNe2VwrNbleAVj-4rVyrN1DOGl23FdRzqbV5eOMtmwIE53ft4VXNdhmmaFQ1N3c29gL3sIOInBEHRmwICs-VLlSLrTppla811iEvAkJDlVTAcD07lvnUDY8BC0FaoJffNUziM5euBPxZMKGYVg/w640-h428/vecinos.jpg" width="640" /></a></div><br />Cuando se mudaron a la colonia, los Méndez me parecieron una pareja notable. Eran muy cordiales y educados y parecía que tenían dinero. Algunas vecinas decían que eran narcos, porque eso es lo primero que se piensa cuando ves a alguien en una condición económica bastante mejor que la tuya. Pero no, no lo eran, supe por terceras personas que los dos trabajaban en empresas importantes. Yo quería ser amigo de ellos, de Javier y Clarisa, de alguna manera quería que me quisieran, no sabía realmente el porqué.<p></p><p>Sin ser personas realmente guapas los dos eran atractivos. Javier parecía un tipo capaz de hablar sobre cualquier tema, desde la bolsa de Wall Street hasta del fútbol local, pasando por escritores latinoamericanos importantes. De eso me di cuenta la primera vez que los invité a mi casa. Como bienvenida a la colonia hice un churrasco con la mejor carne que encontré y me estrené como parrillero después de hacer un curso con un chef local. La carne me quedó mejor que restaurante con tres estrellas Michelin.</p><p>Ellos por su parte llevaron una botella de vino. No recuerdo la marca, pero estaba muy bueno. Nuestros hijos se llevaban bien, ellos tenían un niño de 10 años que jugaba muy entusiasmado a la play con mis hijos de 9 y 11. Cuando terminamos la botella de vino, pensé en que al fin tenía amigos que compartían mis inquietudes y con los cuales hablar un poco más que del clima o de lo caro que están las cosas.</p><p>A Javier le compartía notas interesantes por whatsapp. No tardó mi mujer en darse cuenta de que yo estaba obsesionado con ellos. Es que me parecen tan interesantes, le decía yo. Amor, ellos no son como nosotros, no es que ganen mucho más que nosotros, pero vienen de otra clase. Tenía razón en que ellos venían de familias de dinero, pero venidas a menos. Es decir, ellos no heredaron, pero sus primos sí eran herederos de grandes fortunas. </p><p>Clarisa cantaba música de jazz en un grupo que se reunía los sábados a ensayar. Javier tocaba el teclado o la guitarra. Sonaban muy bien, los fuimos a ver a un par de conciertos. Los conciertos fueron en lugares caros. Clarisa tenía una voz muy firme, cada nota era dada con la seguridad de alguien profesional, aunque lograba darle un toque personal. </p><p>Poco a poco fue amainando la obsesión por los Méndez. Su hijo venía a casa al menos una vez a la semana a jugar a la play. Y seguimos haciendo churrascos algunas veces. Cuando los observaba, yo pensaba en que yo no tenía ningún talento. Ellos sabían de música y Clarisa hasta pintaba óleos y hablaba con autoridad de maestros de la pintura y de qué hacía que tal o cual fuera destacado. Incluso decía que Van Gogh está sobrevalorado. Javier, por su parte, había publicado un par de libros de cuentos en una de las editoriales importantes del país. </p><p>Enfocado en mi trabajo y en la familia, yo nunca había tenido ninguna inquietud por ningún arte. Creo que en lo único en que podía hablar con Javier con algo de autoridad era en las series de TV importantes. Coincidíamos en las series más destacadas y mejor logradas de la historia. Javier en una ocasión me mostró su colección de DVDs de Seinfeld, que había comprado en un viaje a Nueva York. </p><p>A poco de cumplir un año en la colonia, los Méndez se empezaron a alejar. Los invitábamos a los churrascos tradicionales, pero no venían. Ahora estaba más ocupados que nunca. Lo lamenté porque en serio me gustaba su compañía, eran agradables. Mi mujer se llevaba bien con Clarisa y se enviaban mensajes de voz por whatsapp todo el tiempo hasta que comenzaron a alejarse. Nos pareció raro, pero es que la gente no es la misma siempre, cambia todo el tiempo, aunque muchas veces esos cambios no sean perceptibles como ahora con los Méndez.</p><p>Con el tiempo hasta encontrarnos por la calle era incómodo y eso me llegó a entristecer. Una noche decidido llamé a Javier y le dije que debíamos hablar. Estuvo de acuerdo. Dijo que llegaría a la casa pero que solo iba a decirme lo que tenía que decirme en la puerta. Tocó como a eso de las nueve de la noche. Me saludó más cordial de lo que me saludaba últimamente y me dijo que sería breve. Me lo contó sin mucho rodeo. La gente dice que ustedes lavan dinero para el crimen organizado, me dijo, y nosotros no queremos problemas con los vecinos ni con nadie. Te lo digo porque te respeto y te rogaré como un último favor que no insistas y que no busques ni preguntes quién lo contó. No es cierto, cómo vas a creer, le dije. Conservé la calma, y le dije que lamentaba que por chismes de barrio rechazara nuestra amistad. No contestó, se despidió y se fue.</p><p>Entré a casa decepcionado, triste. </p><p>Le dije a mi mujer que la gente ya sospechaba a qué nos dedicábamos, que era tiempo de mudarse otra vez. Ella me abrazó y dijo, bueno, son los gajes del oficio.</p>José Joaquínhttp://www.blogger.com/profile/03040448807941435507noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-2370738372563710474.post-74314328419561322712022-02-12T17:43:00.006-06:002023-02-03T10:07:44.043-06:00El desempleado<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgQ0WODyRKa8bTRb6_2tNWvL0x9odyZPZ7cdJJarLmnyNVAFx_CEiqZDrXI1EJdEsVmjN5LozEfg1xz-u4qxkZk9srDpWyF2ucYq99BEvefakXw4frYfKNxmd8Y2Oj2P4rRSW4nrqQ-JxKTLMxKnloyD_BYR2XRjDRoa4q0AD1Fy6MfOTHEHlhOZA/s640/desempleado.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="426" data-original-width="640" height="426" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgQ0WODyRKa8bTRb6_2tNWvL0x9odyZPZ7cdJJarLmnyNVAFx_CEiqZDrXI1EJdEsVmjN5LozEfg1xz-u4qxkZk9srDpWyF2ucYq99BEvefakXw4frYfKNxmd8Y2Oj2P4rRSW4nrqQ-JxKTLMxKnloyD_BYR2XRjDRoa4q0AD1Fy6MfOTHEHlhOZA/w640-h426/desempleado.jpg" width="640" /></a></div><br />Miré mi estado de cuenta de banco en el cajero automático y me reí bastante. Tenía diez quetzales con veinticinco centavos. Era lo único que tenía. No era una cantidad que pudiera sacar del cajero así que fui al supermercado a comprar unas galletas y una lata de atún. Solo me alcanzó para el atún. Creía recordar que en casa tenía pan, así que podría almorzar. Mi desayuno había sido un huevo cocido. Para la cena no sabía qué iba a comer. <p></p><p>Debía tres meses de renta y la casera me miraba amenazante. Yo siempre pagué mis deudas a tiempo, no solía deberle a nadie, y ahora estoy prácticamente sin nada. Ya vendí mi tele y la computadora y todo lo que podía vender, pero ese dinero se terminó hace un mes. Alguna vez pensé que iba a ser rico porque mis primeros trabajos fueron en puestos importantes, pero la vida no es como la sueñas.</p><p>En resumidas cuentas, estaba quebrado y me tocaba pedir ayuda. Pedir ayuda me cuesta y me da vergüenza porque es aceptar que no pudiste, que no eras tan bueno como creías, que fracasaste. Me ponía mal. </p><p>Mi hermana vive a unos 20 minutos de mi casa, a pie. Con una moneda la llamé de un teléfono público y le dije que llegaría porque necesitaba pedirle un favor. Empecé a caminar, caminar hace bien porque podés pensar sin sentirte tan abatido como cuando estás pensando tirado en la cama.</p><p>Recordé cómo empezó todo. Me puse enfermo una noche y tuve que ir a la emergencia del hospital. Tenía cálculos en la vesícula que debían ser sacados de inmediato. Por complicaciones posteriores estuve en el hospital un mes. Se fueron todos mis ahorros y además me endeudé. Al regresar al trabajo me despidieron. Con la liquidación pagué parte de mis deudas. Pensé en que no me costaría encontrar trabajo, pero no me recuperé pronto de la operación. Me costó un par de meses sentirme bien de nuevo.</p><p>Buscar trabajo es también un trabajo aparte. Buscar en redes, ordenar tu currículum, ir a exámenes de personalidad, conseguir los récords policiales, citas con gente de recursos humanos que te dicen que ellos te van a llamar. Casi nunca llaman. A partir de cierta edad el mercado laboral te empieza a descartar. Solía acomodar mi experiencia a los requisitos de los empleos en el currículo, pero nunca dio resultado. Pasé así seis meses. Se acabó lo último que tenía de dinero. Empecé a vender cosas, quité el cable y el internet del apartamento. Lo último que vendí fue la computadora. Mi guitarra y mi teclado también se vendieron. Pero no encontraba trabajo.</p><p>Llegué a la casa de mi hermana. Ella sabía que algo estaba mal conmigo, su sonrisa comprensiva fue reconfortante. Mis sobrinos, unos niños muy simpáticos, se alegraron de verme y me pidieron que los llevaba al parque. Los llevé y jugamos pelota un buen rato, hasta que nos cansamos. Sudando regresamos a la casa. Me quedé a cenar. Cuando me despedí, mi hermana fue a dejarme a la puerta y metió algo en la bolsa derecha de mi pantalón. No digás nada, me dijo. Volvé cuando necesités.</p><p>Al llegar a casa vi que me había dado doscientos quetzales. No iba a pasar hambre durante los días siguientes. Algo se quebró dentro de mí y me puse a llorar durante algunos minutos. Tomé una ducha y decidí que al día siguiente me iba a levantar temprano e iba a seguir en la búsqueda. </p><p>Algunos días después recibí la llamada de un antiguo colega del trabajo de donde fui despedido. A él también lo habían despedido poco tiempo después y ahora estaba en una empresa de la competencia. Había un puesto vacante que podría ser para mí. Me puse mi mejor ropa y mi mejor cara y fui a la entrevista. Me dieron el empleo. Ese día regresé a la casa de mi hermana a jugar con mis sobrinos toda la tarde.</p><p>Con el pago de la primera quincena les compré una pizza.</p>José Joaquínhttp://www.blogger.com/profile/03040448807941435507noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-2370738372563710474.post-31728553775101957592021-11-28T12:53:00.010-06:002022-02-06T12:57:54.082-06:00El celoso<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhi3jJMFFZMJyF4OqxUaFzveOfSTFYBp12WzXZcLeRZy83FBBX6OAY3ksN8b32zgB_f0fBGWGXFwKXa-BIjrBQ5BsYVLuCX2s5g54C-AD5RbHI2Fvo_uYyK6jv15uhX23pGBVht-c1W3mmewEEDda6M9s94b18ctTUJVu4vU0ntGRg5RSHiYqxzWA=s640" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="426" data-original-width="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhi3jJMFFZMJyF4OqxUaFzveOfSTFYBp12WzXZcLeRZy83FBBX6OAY3ksN8b32zgB_f0fBGWGXFwKXa-BIjrBQ5BsYVLuCX2s5g54C-AD5RbHI2Fvo_uYyK6jv15uhX23pGBVht-c1W3mmewEEDda6M9s94b18ctTUJVu4vU0ntGRg5RSHiYqxzWA=s16000" /></a></div><p>Después de intercambiar <i>likes</i> en una red social y de conocerse en una tarde de verano en la terraza de un café, Andrea y Víctor comenzaron una relación. Una foto de un par de tazas de café fue publicada en redes. Ambos se gustaron, así que comenzó el cortejo. Muchos chats y mensajes de voz, risas por teléfono, etcétera. Las cosas iban bien hasta que un like cambió todo.<span></span></p><a name='more'></a><p></p><p>Ambos eran muy asiduos a las redes sociales. Prácticamente publicaban su vida ahí. Víctor tenía su propia red de amigos dentro de las redes, que también se hicieron amigos de Andrea una vez comenzó la relación. Pero Víctor también tenía sus enemigos. O más bien, perfiles de redes de personas que le caían mal. Es sabido que en internet, como en la vida real, hay amor y amistad, pero también odio. </p><p>Un like de Andrea provocó la primera pelea. No fue grande, Víctor estaba en la fase de cortejo y no quiso hacer mucho ruido, pero le dijo a Andrea que a ese muchacho al que le dio like era un tipo realmente despreciable, que conocía cosas de él. En realidad no conocía nada de él más que lo que publicaba en el perfil, pero parecía un tipo agradable, lo que lo hacía desagradable para Víctor. El incidente no pasó a más.</p><p>Víctor comenzó a controlar más detenidamente toda la actividad de ella en redes. Hasta hizo un excel con todas las publicaciones y con quién más interactuaba. Durante un mes pudo mantener silencio con respecto a la vida en redes de Andrea hasta que un día, en la misma terraza del café en donde se conocieron, él le dijo que tenían que hablar de sus amistades en redes.</p><p>Uno por uno fue señalando perfiles de personas que él consideraba impresentables. Este señor de por ahí es un drogadicto, aquella muchacha de por allá era una libertina, este muchacho que parece agradable es en realidad un padre desobligado. Se pasó casi una hora exponiendo a todos los perfiles de personas que él esperaba que ella evitara. No esperaba que los bloqueara, solo esperaba que no interactuara con ellos. Se lo pedía por favor, porque a él verdaderamente le interesaba ella.</p><p>Andrea quedó totalmente sorprendida y un tanto asustada. No entendía nada, se gustaban, eso estaba claro, pero ese modo de control parecía enfermo, obsesivo y hasta cruel. Cualquier cosa que ella hiciera en redes estaba siendo juzgada y registrada. Y ahora tenía prohibido interactuar sin previa licencia. Parecía de chiste. Aún sorprendida, le dijo que si hablaba en serio. Víctor respondió con otra media hora de plática sobre cómo las malas amistades pueden arruinar cosas bonitas y por qué era mejor tomar distancia.</p><p>La cita no terminó bien. Víctor solo esperaba que ella entendiera, pero ella solo estaba asustada. A varios de los de la lista negra ella los tenía por amigos, alguno ocasionalmente flirteaba, pero no era frecuente. Al regresar a casa, no avisó que ya había llegado y apagó su teléfono hasta el siguiente día, cuando encontró mensajes privados de él en todas las redes sociales. Al principio era pidiendo perdón pero poco a poco se hicieron un tanto más agresivos. </p><p>Se lo contó a una amiga y ella le recomendó bloquearlo de todos lados. Así hizo. Él abrió otros perfiles e insistía. No se sabe cómo averiguó la dirección de su trabajo y se presentó a la semana. Justo a la salida la abordó. Le pidió perdón casi llorando, haciendo una escena lamentable. Llegó a casa a llorar, pero tenía decidido terminar con la situación ridícula.</p><p>Pidió a su hermano que se hiciese pasar por abogado. Le enviaron un acta notarial falsa con capturas de pantalla de los mensajes más locos a su correo electrónico. Le advertían que no se presentara más ni se acercara. Víctor envió algunos mensajes más que no fueron contestados.</p><p>Un mes después del último mensaje, Andrea se asomó al perfil de Víctor y vio una foto de un par de tazas de café en la misma terraza en la que por primera vez se encontraron.</p>José Joaquínhttp://www.blogger.com/profile/03040448807941435507noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-2370738372563710474.post-18275373983751310922021-06-22T09:30:00.040-06:002023-02-13T18:39:25.026-06:00El buen ladrón<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjtbMaUb4fqcCG7L1d-usGkL7ReDAv1XRBuJfcGCbay75O31oZ8fkJtKxxIYtHk060mJnUovru0-0roC9woSRkp_h2sdIe9d4vpv9LsykjRGog0LGoAmJ3-QujmExH3ljnpXWCq0JPI5g/s640/buen-ladron.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="426" data-original-width="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjtbMaUb4fqcCG7L1d-usGkL7ReDAv1XRBuJfcGCbay75O31oZ8fkJtKxxIYtHk060mJnUovru0-0roC9woSRkp_h2sdIe9d4vpv9LsykjRGog0LGoAmJ3-QujmExH3ljnpXWCq0JPI5g/s16000/buen-ladron.jpg" /></a></div><p>El mundo es un lugar muy injusto porque el humano es egoísta. De no ser así no existirían esos grandes multimillonarios que lo tienen todo, mucho más de lo que puedan gastar en mil vidas, mientras millones no tienen nada.<span></span></p><a name="more"></a><p></p><p>En medio estamos nosotros, querido lector. También somos egoístas. También nos gustaría ser multimillonarios. Puede ser que tengamos una buena racha y ganemos dinero, pero qué hacemos, gastamos estúpidamente hasta quedarnos sin nada.</p><p>Yo viví una niñez muy limitada. Recuerdo haber ido a dormir sin almuerzo ni cena varias veces. Mi hermana, muy inteligente ella, una vez sorprendió a una pareja de ricachones haciendo una multiplicación complicada mentalmente cuando solo tenía seis años. La pareja nos dio una entrada mensual para estudiar y comer y empleó a mis papás. De no haber sido por mi hermana y por esos ricachones, probablemente yo solo sería un ladrón callejero de poca monta. Porque inteligente no fui mucho, pero vivo sí.</p><p>No soy yo quien para criticar a los demás. Siempre que pude hice trampa. Copiaba en los exámenes, mentía para que me contrataran en los primeros empleos, etc. Pero eso sí, cuando tocaba demostrar que podía hacer las cosas, siempre las hacía bien. Que las trampas te pueden ayudar, pero no resuelven todo. Hay que demostrar.</p><p>El día de mi graduación de bachillerato, en el hotel en donde fue el acto protocolario, tuve un flashazo que me hizo recordar los días en que me iba a dormir sin comer. Creo que esos recuerdos los había borrado sin más, como si nunca hubieran pasado. Tal vez porque dolía.</p><p>Durante esas vacaciones antes de entrar a estudiar la universidad, regresé a la casa donde vivía cuando era niño. Era un palomar con varias familias en tres niveles. Seguía casi igual. Una mujer muy flaca me pidió dinero. Con una mano me lo recibió y con otra se llevó un paño a la nariz, probablemente con thinner.</p><p>Supuse que en ese lugar habría niños que como yo irían a dormir sin nada en la barriga. Fui a comprar pollo frito y busqué a algún niño que se mirara como yo me sentía en aquella época. No tardé en encontrarlo, le dije que iba de parte de la iglesia de la colonia, que el padre mandaba eso. La gente puede ser pobre y necesitada, pero no es estúpida. Por ahí andan también personas que se roban los niños quién sabe para qué cosas.</p><p>Ese día se me ocurrió que el mundo no se puede arreglar, pero que se puede equilibrar al menos por un día, al menos a una familia. Recordé que en la colonia en donde vivía ahora, habían dos casas en las que decían que había un montón de dinero en efectivo que esperaba ser lavado. Era un rumor nomás, que rápidamente acalló la junta directiva del comité de vecinos. </p><p>En una de las casas vivía una familia que parecía normal. Padre iba al trabajo todos los días, madre era maestra de un colegio cercano, hijo estudiaba secundaria. Tres días a la semana, una camioneta negra de vidrios polarizados se estacionaba enfrente. Era cuando iban a dejar o traer efectivo.</p><p>La estrategia era no llamar la atención y pasar por familia normal, lo cual hacían bien. Hasta donde podía ver desde afuera, no tenían cámaras de seguridad. Así que un domingo que estaban todos fuera, entré a la casa y busqué el supuesto dinero. Era mucho, mucho más del que había visto en mi vida y en los decomisos de la policía que se mira en redes. Estaba en un clóset con llave, que fácilmente se abría con un alambre, como en los videos de Youtube. Eché algunos fajos en mi mochila y salí.</p><p>Con ese dinero los fines de semana compraba pollo frito y arroz chino y lo iba a repartir a las familias de algunos palomares. Para que no me negaran la entrada o hubiera sospechas de algo turbio, me hacía acompañar del padre de la iglesia o de alguna monja del convento cercano cada vez que pudiera. </p><p>Se me terminó el dinero en tres de meses. Cuando volví a vigilar la casa para ver si podía entrar de nuevo, noté que habían puesto cámaras de seguridad.</p>José Joaquínhttp://www.blogger.com/profile/03040448807941435507noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-2370738372563710474.post-8019548595427280152021-06-07T09:30:00.019-06:002022-03-27T09:30:39.915-06:00El vendedor<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEikoSw7O8pilftPGd1S4sk_jj4plh2BK63FGL_YjlPcn7Z4T-t2GCC575TgB4tiaNOa6gwNOqaXtnvADayIo7ZrSjja2Fh10FCFgq_1tntHko9z4Z5j4wp10np5JvljzFunbr6DMvYmjw/s640/agenda.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="426" data-original-width="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEikoSw7O8pilftPGd1S4sk_jj4plh2BK63FGL_YjlPcn7Z4T-t2GCC575TgB4tiaNOa6gwNOqaXtnvADayIo7ZrSjja2Fh10FCFgq_1tntHko9z4Z5j4wp10np5JvljzFunbr6DMvYmjw/s16000/agenda.jpg" /></a></div><br /><div>Encontré un trabajo de vendedor después de meses de buscar. Tenía que vender aceites y filtros para carro, entre otras cosas. Uno de los vendedores renunció después de que descubrieran que había cobrado facturas y no había entregado el dinero. Entre las cosas que me entregaron estaba una agenda en la que había comentarios sobre los clientes. </div><p></p><p>También me dieron un excel con la lista de clientes y la ruta. El vendedor que yo estaba sustituyendo se llamaba Raúl. Según los comentarios de los compañeros era un tipo muy llevadero y bueno para hablar con los clientes. La venta es un arte, el arte de convencer y caer bien para cerrar la venta. </p><p>El primer cliente que visité tenía una aceitera en un barrio popular. Era un tipo que a primera vista parecía muy serio. En la agenda de Raúl tenía una anotación: <i>se cree muy inteligente pero es un idiota total</i>. Lo visité a media mañana un viernes. Me miró de pies a cabeza, y me dijo, así que vos sos el nuevo cerote. Dejémoslo en nuevo, le dije yo.</p><p>Empezó a hablar de que todo esto de la pandemia era una conspiración internacional para hacer bajar la economía y luego subirla artificialmente. Le contesté que tenía toda la razón, pero que yo no había leído mucho de eso. Habló sin parar del tema durante media hora que me pareció el triple, citando videos que había recibido por whatsapp, algunos blogs y perfiles de redes sociales. Luego de terminar, me compró algunos galones de aceite.</p><p>Para el segundo cliente había una anotación en la agenda de Raúl que decía <i>este es un evangélico rematado, me tocará ir a su iglesia</i>. Su negocio era hacerle servicio de cambio de aceite y filtros los sábados, principalmente. Cuando lo visité tenía música cristiana de fondo y cuadros con mensajes de la biblia en todo el negocio. Lo saludé diciendo buenos días, bendiciones. </p><p>Me saludó apenas, hizo como que estaba viendo un libro de cuentas y me dijo que pasara la semana siguiente. Le dije que tenía un aceite de marca a buen precio y que solo quería dejarle la información. Levantó de inmediato la vista para luego darse cuenta de que no debería mostrar entusiasmo. ¿Cuánto?, dijo. Le dije el precio y le pregunté que a qué iglesia iba. Le cambió un poco la actitud, me dijo dónde era y me invitó a ir el domingo. Por supuesto fui, y a la semana siguiente le vendí dos toneles de aceite y varios filtros para varias marcas. </p><p>El siguiente tenía una anotación en la agenda que decía <i>a este imbécil nunca en la puta vida lo voy a volver a visitar</i>. Busqué en el archivo que tenía su historial de pedidos y no tenía casi nada. El gerente de ventas quería que se visitara a todos, así que lo que hice fue ir a dejar una tarjeta y salir lo más rápido que pude del lugar. </p><p>Las anotaciones de la agenda me fueron útiles. Con el único que tuve un encontronazo al principio fue con un cliente que tenía anotado <i>inestable, pero buena persona</i>. El día que lo visité por primera vez casi me grita que éramos una empresa de irresponsables que el último pedido que habíamos llevado lo entregamos tarde y mal. Le pregunté que cuánto tiempo le habíamos servido. Me dijo cinco años, lo que yo ya sabía. Le dije, ya vio, entregamos muchos pedidos a tiempo antes, tal vez nos quiera dar otra oportunidad. Solo me respondió que llegara la semana siguiente. Llegué la semana siguiente, se disculpó por la vez anterior e hizo un buen pedido.</p><p>Aparté el siguiente viernes para un cliente que tenía la anotación <i>bolo generoso cuando está de goma, visitar viernes</i>. Tal y como supuse cuando leí la nota, el negocio también era cambio de aceite y servicio los sábados, así que él se emborrachaba los jueves y los viernes estaba de goma. Llegué alrededor de las 11 de la mañana, hacía calor y el cliente tenía la cara resacosa. Después de presentarme y darle las ofertas disponibles, me dijo que si tenía tiempo. Claro, le dije. Me invitó entonces a una cevichería popular en donde con un par de octavos y un ceviche me contó sus penas familiares y del negocio. También hice una buena venta.</p><p>Las anotaciones de la agenda a veces eran más extensas y siempre tenían un nombre y un número de celular. Me ayudaron mucho durante el primer semestre. </p><p><span style="letter-spacing: 0.2px;">Trabajé cinco años para la empresa hasta que un día me despidieron por no entregar un par de pagos, una cifra no muy alta, que se me olvidó entregar porque lo hicieron en efectivo.</span></p>José Joaquínhttp://www.blogger.com/profile/03040448807941435507noreply@blogger.com