El gimnasio


Siempre he sido un flaco perdedor. Me he mantenido en los empleos haciendo lo que tenía que hacer y bien, pero no tan bien como para ascender. No me gusta tener que decidir y ascender implica que hay que hacerlo. En el empleo actual entro muy temprano y salgo temprano de la tarde. Cuando comencé a trabajar, me di cuenta de que tener la tarde libre era aburrido. Así que me inscribí a un gimnasio para tener algo qué hacer y me inventé que antes yo era muy gordo y que había bajado 80 libras. No me imaginaba lo que se iba a venir.

Con tal de hacer amistad con Brenda, una chava algo gordita pero guapa que hacía elíptica a la par mía, le conté que el año anterior yo era un gordo deprimido que había logrado bajar 80 libras en otro gimnasio. Yo tenía una semana de ir al gimnasio y nunca había ido antes a ningún otro. La charla fue amena y nos hicimos buenos amigos. Me pedía consejos y yo buscaba en internet o respondía con obviedades. Estaba encantada conmigo. Yo era su inspiración, solía decir.

Brenda tenía novio, así que yo no me hice muchas ilusiones. Lo bueno era tener con quién platicar a la hora del gimnasio y además resultó ser buena persona. Con el tiempo ella se encargó de regar la bola de que yo había hecho la proeza de bajar un montón de libras. La gente empezó a pedirme consejos a invitarme a las reuniones de sus grupos de zumba y baile. Un periodista despistado me hizo una entrevista y me pidió fotos, así que le pedí a un compañero de la oficina que hiciera algo con photoshop para la ocasión. Puso mi cara en un cuerpo de gordo y de esa manera tuve mi antes y después.

Me convertí en una especie de celebridad en el gimnasio y la principal impulsora del culto era mi amiga Brenda. La foto de la prensa estaba pegada en una de las paredes y la gente me empezó a buscar más. Siguieron las invitaciones para contar mi historia. Me miraban como a un gurú y yo sólo tenía que decir lo que esperaban oír.

Podría decir que tenía cargo de conciencia por mentir y además aprovecharme, pero no era así. Eso sí, me aburría ver a la gente tan crédula y con tanta necesidad de encontrar motivación fuera de ellas mismas. Tampoco le encuentro explicación a por qué reciben tanta atención los gordos rebajalibras y no los que siempre se han mantenido en forma.

Ahora ya no era un flaco perdedor, ahora era un flaco con una historia ganadora.

Después de varios meses de coquetear, Brenda dejó a su novio y nos hicimos pareja. Como además ella era de familia con dinero, yo estaba siendo muy bien tratado. Yo era feliz con ella, que además había adelgazado y se miraba muy bien. Había tenido algunas novias, pero Brenda era por mucho la mejor y a la que más había querido.

Pero como todo lo que sube tiene que bajar, ella descubrió mi mentira. Yo había sostenido la mentira porque no uso redes sociales y por lo tanto no había fotos mías de años anteriores a los que accediera nadie. Sin embargo una prima de Brenda encontró a un primo mío en Facebook y allí había un par de fotos mías del año en que yo decía que estaba gordo. Tenía unas diez libras más, pero obviamente no estaba gordo.

Brenda me enfrentó en su casa y le dije toda la verdad. Decepcionada y llorando, me dijo que me largara en ese mismo momento. Se sentía una tonta engañada y era un imbécil manipulador sin corazón. Pero si yo te quiero, le decía, mientras ella seguía insultándome. Salí muy triste de su casa. Al día siguiente me llamó para disculparse por su exabrupto, pero me dijo que ya no quería nada conmigo.

No volví a ir al gimnasio. No me importaba tanto lo que dijeran los demás, pero hubiera sido incómodo verla. Me contaron después que ella siguió llegando durante un mes, que se le miraba a veces triste o de mal humor. Después ella también dejó de llegar. Le enviaba mensajes o la llamaba pero nunca obtuve respuesta.

Como las tardes ahora necesitaban un nuevo entrenimiento, me compré una playstation. Compré también un sofá muy cómodo. Ahora me convertí en gamer aficionado y juego todas las tardes. Estoy comiendo más que antes, y ahora sí estoy engordando.

José Joaquín

Soy José Joaquín y publico mis relatos breves en este sitio web desde 2004. ¡Muchas gracias por leer! Gracias a tus visitas este sitio puede existir.

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