Microrrelatos de terror de José Joaquín

Sumérgete en un mundo de suspenso y horror con esta especial colección de microrrelatos. Cada historia te llevará a un viaje escalofriante, donde lo inesperado acecha en cada palabra. Desde criaturas sobrenaturales hasta oscuros secretos, estos relatos breves te mantendrán en vilo y desafiarán tu valentía. Prepárate.


El juego

Pedro estaba jugando en la computadora como todos los días, pero hoy se sentía más real. Sentía que los disparos de los otros jugadores lo lastimaban de verdad. Un disparo lo tiró al suelo. Como pudo desconectó la computadora y llamó a emergencias. Los médicos lograron salvarlo a pesar de que había perdido mucha sangre, pero no encontraron ninguna bala.

Voces

Los siquiatras que la trataron le decían que las voces no eran reales. Sin embargo la medicación nunca hizo efecto. Las voces seguían ahí, todos los días. No le dicen que haga cosas malas, solo se ríen de ella, de su peso, de su aspecto, de sus tics nerviosos y de sus intentos de acabar con todo.

Resurrección

El doctor logró resucitar a la mujer que amaba. Extasiado de amor, con lágrimas en los ojos por verla viva de nuevo, apenas notó que habían pasado varios meses desde su muerte. El cadáver huesudo viviente volvía a llenar la casa de alegría.

Pandilla

Desesperado, un día mató al cobrador de la renta con un rifle. El día anterior había enviado a su familia lejos. Por la noche, unos hombres tatuados llegaron a su casa. Abrió la puerta y comenzó a disparar. Mató a tres y dejó a uno herido antes de caer al suelo. Una sonrisa se dibujaba en su rostro cuando las autoridades llegaron por el cuerpo.

Película

A José le parecían graciosas las películas de terror, hasta que un día vio como la niña de pelo largo salía de la pantalla del celular. Se quedó inmóvil del miedo, mientras la niña absorbía su alma lenta e implacablemente.

Nuevo día

Mañana será un nuevo día, se suele decir. Pero salir por comida mientras los zombies acechan no es nada fácil, solo estás a un error de la mordida fatal, la que te convertirá en uno de ellos. Hoy pudimos comer, mañana será otro día.

La casa

Siempre nos reíamos de quienes decían que la casa del fondo del condominio estaba embrujada. Una noche con mis amigos entramos a esa casa deshabitada con unas cervezas. No pasó nada esa noche, pero nos enfermamos de algo raro a la semana siguiente. Nos faltaba la respiración y el corazón latía fuerte, y sentíamos un miedo inexplicable. Un cura hizo unas oraciones por nosotros y un médico nos recetó clonazepam.

Amor

Le advirtieron que no se casara con ella porque era la viuda negra. No hizo caso, era una mujer bella de sonrisa cautivadora. El primer año fue bien, al segundo enfermó de gravedad. En su lecho de muerte, con el oxígeno en la nariz y el suero en su brazo, dijo que había valido la pena cada segundo.

Cada noche

Cada noche tenía que salir por comida. Pero no la comida de la gente normal, necesitaba sangre humana. Aprendió a no beber toda la sangre de las víctimas para dejarlas vivas. Pero a veces el hambre era tanta, que dejaba los cuerpos vacíos y secos, casi momificados.

Ouija

No jueguen a la ouija, les había advertido mamá a los dos hermanos. Ellos no hicieron caso. En los primeros juegos no pasaron de recibir mensajes sin sentido. Pero una noche de lluvia una ánima se manifestó. Quisieron correr afuera, pero sus cuerpos estaban paralizados. Así los encontró mamá al siguiente día.

Hablar

Ver gente muerta es cosa de todos los días. A veces me aburre. Los muertos, como los vivos, solo quieren hablar de ellos mismos. Una y otra vez. No hay quien los calle. Solo se van cuando me duermo o me emborracho. Creo que algún día terminaré como los borrachitos de la calle a quien nadie quiere, hablando con los muertos mientras la gente piensa que hablo solo.

Cementerio

El único trabajo que pudo hallar Rubén fue de guardián en el cementerio del pueblo. Los muertos no pueden hacer nada, decía, son los vivos los que hacen daño. Una noche al calor de los tragos aceptó que los muertos no hacen nada, pero pueden ser algo molestos cuando insisten en que se limpie la tumba, sobre todo cuando nadie los llega a visitar.

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