Historia con final feliz


Al principio la relación con la Gaby era por puntos. Yo le hacía mandados, la iba a dejar y a traer a algunas fiestas o la acompañaba a la casa de alguno de sus clientes. Luego de acumular suficientes puntos, ella me daba mi pago en especie. Una relación profesional, o más o menos. A veces yo le pedía algún adelanto porque había necesidad y ella nunca decía que no. La llevamos así por un buen tiempo hasta que todo se empezó a complicar. Cuando se involucra al corazón ya todo cambia, no es lo mismo.

Gaby vivía enfrente de mi apartamento y se dedicaba a la prostitución fina, con clientes caros, porque es una mujer muy hermosa. Un par de ojitos verdes, pelo castaño largo y buen cuerpo. Una vez que nos encontramos en el pasillo del edificio le pregunté, con un poco de pena, que cuánto cobraba. Me dijo una cifra en dólares. Ok, cuando sea millonario te llamo, dije. Ella sólo sonrió y me dijo que si la podía llevar a una fiesta en mi carro, que se le había descompuesto el suyo. Está bien le dije, pero al menos debo ganar algunos puntos para canjearlos después. Seguro, me dijo, sonriendo de nuevo.

Nos hicimos amigos y supe que era de Costa Rica, que tenía unos papás que se habían divorciado, que por haber sido rebelde y haberse fugado con un su novio vagabundo la habían desconocido; que este novio se había ido con una vieja de dinero y que entonces ella, sin dinero y sin nada, le dio por aprovechar su belleza acostándose con hombres de dinero. No le iba mal, y además trabajaba por su cuenta, aunque a veces había otras putas que molestaban y le quitaban clientela. Regularmente los tipos la llamaban para llevársela a sitios turísticos, viajes al extranjero, etc. Su apartamento tenía todos los lujos posibles y ahí también atendía clientes.

Después de algunos favores que le hice, llegó la hora de canjear mis puntos. Esa mujer cogía delicioso, la primera vez que entré a su apartamento fue esa, y de veras que me hizo un trabajo profesional. Baile y estriptís, oral, vaginal. Sus pechos firmes coronados con unos pezoncitos rosados y suavecitos, sus muslos atrapadores y potentes, su exquisito aroma de mujer, la piel tan suave, todo memorable. Eso sí, al terminar me pidió cortésmente que me fuera, ella necesitaba descansar y yo también, al otro día teníamos que ir temprano al aeropuerto. Yo me iba a quedar con las llaves de su apartamento por cualquier cosa, me dio instrucciones para encender y apagar luces y dejar entrar a la señora de la limpieza.

Así que de vez en cuando me salía canje y la pasaba bien. Ella era amigable, pero mantenía su distancia, y mientras yo no me quejara de los clientes que llegaban, todo iba bien. Una vez me recuerdo que tuve que entretener a un cliente mientras ella terminaba con otro en su apartamento. Un tipo gordo y grandote, lleno de joyas y que fumaba un montón. Lo entré a mi apartamento, pero me ponía nervioso ese cuate, sobre todo con esa pistolona que tenía al cinto.

Me dio problemas con un par de novias esta mi peculiar vecinita. Yo las calmaba diciéndoles que ella estaba muy ocupada siempre y que yo también, que ni nos mirábamos. Pero ni modo que yo no aprovechara la oportunidad, si estaba buenota la Gaby. Ni de parte de ella ni mía había amor ni nada parecido, ni siquiera era tan seguido que me la cogía porque tenía que acumular suficientes puntos. Aunque a veces había adelantos, eso sí.

Poco a poco nos hicimos más amigos y ella me tenía más confianza. Me contaba de los problemas con sus clientes, de las esposas celosas que a veces la perseguían. Había un cliente que pagaba muy pero muy bien, pero el loco quería que ella lo orinara después de la cogida. Estaban los fetichistas de pies, los que la querían con uniforme de colegiala, los sadomasoquistas. Había toda una fauna allí afuera de hombres que tenían dinero para pagar sus fantasías más raras.

De mi trabajo como laboratorista en una farmacéutica regresaba a las cinco de la tarde, así que me quedaba bastante tiempo para atenderla cuando necesitaba, porque su trabajo era siempre de noche. Para conseguir clientes iba a las discotecas y restaurantes más caros. Se movía en otro mundo realmente, uno de clase media no se imagina mucho cómo es ese nivel de gente que tiene dinero para tirar. Es otro rollo.

Todo estaba bajo control hasta que una noche ella vino a mi apartamento, llorando. Me contó que se acababa de enterar que su mamá había muerto en Costa Rica por un accidente de tráfico. Había cancelado el par de citas que tenía y me pidió que fuera con ella a San José para el funeral de su mamá, que no quería ir sola y no se le ocurría nadie más de confianza que yo. Alvarito, me decía entre lágrimas, vos sos mi cuate, me tenés que acompañar. Ok, le dije, pero vos pagás el pasaje que pisto yo no tengo.

Casi no paró de llorar en todo el camino. Yo la consolaba entre mis brazos, la tranquilizaba. Le di una pastilla para que no se pusiera muy intratable porque la miré bastante mal. Justo eso era lo que yo no quería, involucrarme más con ella, yo no quería cargar con más problemas que los míos, y ya sabemos cómo es la cosa: las mujeres bellas se llevan todo y te dejan vacío si vos te dejás.

En Costa Rica, para todos los efectos, yo fui su novio. Yo tenía buenos negocios en Guatemala, nos habíamos conocido en la universidad. Una de sus tías no fue nada discreta y le dijo delante de mí, que siendo ella tan linda, cómo no se había conseguido un novio guapo y no un indio como éste. Ella le sonrió y le dijo acercándose a su cara, pues este indio coge muy bien, algo que a vos como que te hace falta, tía. La tía puso una cara tan chistosa que nos reímos con la Gaby un buen rato y hasta nos tuvimos que salir de la funeraria.

La Gaby después de esa vez se puso muy cariñosa, y hasta se hizo una verdadera amiga. Me llamaba seguido y me invitaba a veces a comer o al cine. Gaby, le decía yo, a mi me encanta estar con vos y todo, pero ya no tenés que agradecerme más lo de mi papel de novio de mentiras, ya estamos a mano. Recuerdo que ella me dijo entonces, es que yo descubrí que vos sos el único amigo que tengo, no lo hago por agradecerte, sino porque sin compañía de verdad, yo me muero.

Entonces vine yo y de estúpido que soy, me terminé de enamorar de la mujer. No me la podía sacar de la mente, al dormir y al despertar pensaba en ella y en sus grandes y sedosos pechos. Hasta a la hora de coger, el encuentro era más emotivo y ya no me pedía que la dejara sola. Qué error el mío, pensé más tarde, porque el cariño y el apego le duró apenas unos tres meses y después volvió a la normalidad, ya no quería que me quedara con ella por las noches, la relación era de nuevo por puntos. Días después de que se enfriara todo, desapareció.

La busqué por todos lados, la llamé a los diferentes celulares que tenía, llamé a sus parientes de Costa Rica, averigüé con el dueño de su apartamento a dónde había ido pero él sólo dijo que había dejado el año pagado por adelantado y que a él no le interesaba saber nada más. La busqué en hospitales y cárceles. Lloré y pataleé, en su apartamento busqué pistas de a dónde habría podido ir y qué estaría haciendo. Llamé a algunos de sus clientes. Le escribí un montón de emails de amor que jamás contestó. Pensando en que probablemente la habían matado la busqué en las morgues. Todo eso me hizo muy mal. Me llegué a sentir tan desesperado que una vez casi me maté con pastillas para dormir, si unos vecinos no se dan cuenta y no llaman ambulancia, yo no estaría aquí contando nada. Tuve que ir a una terapia donde una sicóloga para calmarme. Tomé antidepresivos por seis meses antes de sentirme nuevamente bien y con fuerzas para continuar la vida. Pero entonces ella reapareció.

Saludó como si nada, y me dijo que se mudaría a mi apartamento porque ya iba a vencer el contrato del suyo. ¿Por qué me hiciste esto? le grité yo al verla entrar. Ella no contestó, sólo me abrazó y me dijo que no me podía contar en ese momento, pero que yo era al único que podía acudir, que ella procuraría colaborar en la casa, y que ya había dejado de ser puta.

A veces deseás tanto que suceda algo que cuando sucede no sabés si es bueno que haya sucedido. Yo tenía a mi amor ahí, pero por alguna razón algo faltaba.

Fuimos en ese tiempo como una pareja de recién casados, ella se miraba contenta, y yo poco a poco me fui acomodando. Nunca creí que ella dejara de ser puta, de ahí que los celos no me dejaban estar tranquilo. Ella lo comprendía y entonces decidió contarme todo, pero me pidió que prometiera no dejarla al saberlo. Ella se había ido de viaje a México, con un ricachón, pero se había puesto de acuerdo con la mujer de él antes. Se irían de viaje con el señor y luego la esposa llegaría a encontrarlos infraganti para luego entablar una demanda formal de divorcio. Así sucedió, pero como el pobre hombre padecía del corazón le dio un ataque cardiaco al ver a su mujer y en pleno acto sexual, el viejo se quedó bien muerto. Como era un hombre importante, se tuvo que armar una escena en la que todo pareciera como una muerte natural. Sus hijos se encargaron de arreglar todo.

La idea original de la esposa traicionada era matar al marido, aunque la Gaby no lo sabía al principio. Así que las cosas salieron mucho mejor de lo que la esposa pensó. Y de la millonaria cifra que cobraron por el seguro de vida, a la Gaby le habían tocado, para comprar su silencio, un par de millones de jugosos y encantadores dólares. Así que si ella los administraba bien, sus días de trabajar de puta habían terminado para siempre. Y con quien quería compartir la vida era conmigo, que si yo la aceptaba a pesar de su pasado, ella se quedaría. Ya no quería seguir en ese mundo falso en donde vivía, quería una familia, amor y comprensión. Antes de llegar conmigo hasta se había hecho una prueba de sida, que salió negativa.

Sonaba increíble toda esa historia. El hombre enamorado no debe pensar mucho, sólo debe actuar, porque después puede arrepentirse no por lo que pasó, sino por lo que no pasó, y eso es más terrible. Así que decidí creérmela y ser feliz el tiempo que fuera, total, lo más que iba a pasar es que en algún tiempo ella se aburriera de mí y se fuera. Pero lo bailado nadie me lo iba a quitar.

De esto que les estoy contando, ya hace cinco años y dos niños. Con la Gaby pusimos una importadora de artículos de computación y nos ha ido muy bien. Ella está aquí a la par y me dice que quedó lindo el relato, hasta parecés escritor Alvarito. Yo le digo que todavía me parece increíble tenerla aquí a mi lado y que escuché al nene llorar, de plano quiere pacha. Ella me abraza y me mira con esos sus grandes ojos verdes, y me da un gran beso. Me dice, mi amor, el nene puede esperar un poco más, sólo dejáme decirte que te amo. ¿Querés que ponga eso en el relato Gaby? Sí, responde. ¿Lo puedo publicar en el blog? Dale mi amor, quedó lindo.

José Joaquín

Soy José Joaquín y publico mis relatos breves en este sitio web desde 2004. ¡Muchas gracias por leer! Gracias a tus visitas este sitio puede existir.

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