El traficante de palabras


Me contrataron en una empresa para generar tráfico web en una de sus páginas de noticias. Querían crecer mucho y rápido. Cuando me entrevistaron para el puesto, yo les dije que había que invertir y que podía ser un trabajo de largo plazo. Tenemos dinero, me dijo el que parecía más enterado de lo que era trabajar en tráfico web, un tipo desaliñado, de unos cuarenta años, que llegó en pantaloneta y sandalias a la entrevista. Entré a trabajar a la empresa.

Mi jefe, por supuesto, era el desaliñado. Yo había llegado con mi mejor traje pensando que era una empresa muy formal. Para este tipo de trabajo creativo, sin embargo, solo tenían metas. Si dabas resultado te quedabas, si no te ibas. Este trabajo lo conseguí unos tres años antes de la pandemia. Pedí trabajar desde casa, a lo que mi jefe me miró raro. Después de un par de minutos de negociación, logré trabajar dos días a la semana desde casa. No era un solo sitio web para el que iba a trabajar, era toda una red de distintos países de habla hispana.

Lograr que entren miles o millones de visitantes a un sitio web es algo difícil si no se tiene presupuesto. Hacer que te quiera Google no es sencillo, pero hay herramientas y estrategias que te ponen en el camino. Lo que yo tenía que hacer era identificar palabras de búsqueda, hacer un listado de ellas por grado de interés, localidad, fecha y sitio web. Los sitios web de noticias probablemente son más fáciles de posicionar porque las novedades siempre venden. Aún así, hay que hacer campañas pagadas en todos los sitios y redes sociales posibles. 

A medida que me iban asignando más responsabilidades me di cuenta de que los sitios web que manejaba la empresa no eran solo sitios de noticias. Buscaban limpiar la imagen de gobiernos y gente de dinero. Vendían, y caro, servicios para levantar imagen o crear conversación en torno a temas que interesaran a alguien. A veces, verdaderas cortinas de humo para que otros temas no acapararan la atención.

Una vez por ejemplo, yo tenía que buscar palabras clave para contrarrestar un escándalo de un ministro. El ministro había concedido contratos multimillonarios a cambio de dinero en efectivo. Logramos que los primeros resultados de búsqueda de Google y algunas redes sociales tuvieran nuestra página entre ellas. La nota principal que hicimos circular culpaba al ministro anterior, que efectivamente cayó preso tiempo después. El ministro para quien hicimos la campaña sigue aún en su puesto.

No me gustó esa parte del trabajo. Una cosa es encontrar intenciones de búsqueda de las personas y crear contenidos para satisfacer esa necesidad y otra intentar manipular a la gente. Se lo dije a mi jefe. Son negocios solamente, me dijo. Alguien más siempre lo va a hacer de todos modos.

En otra ocasión un heredero de una familia de dinero había asesinado a su novia. Fue un total escándalo. Ahí intervinieron como consejeros un par de periodistas que tenían programas de tertulia en radio. Por instrucción de los abogados y los periodistas, lo que se intentó crear fue una duda razonable, encontrar otros sospechosos. Como si fuera un capítulos de una serie de detectives, en varias entregas se redactaron piezas en las que se señalaban como posibles sospechosos a un anterior novio, a un cuñado de la víctima y hasta su padre. En la opinión pública siempre quedó la idea de que el heredero era culpable, pero salió libre por falta de pruebas.

Luego de un par de campañas que no salieron como se esperaba, despidieron a mi jefe. Me ofrecieron el puesto, pero no acepté y me despidieron a mí también. Busqué trabajo de otra cosa y encontré. No pienso volver traficar palabras para nadie.

José Joaquín

Soy José Joaquín y publico mis relatos breves en este sitio web desde 2004. ¡Muchas gracias por leer! Gracias a tus visitas este sitio puede existir.

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