En la colonia nacieron un par de gemelos, Ricardo y Carlos. La gente les decía Riqui y Charli. Eran muy unidos y salían a jugar todas las tardes al parque más cercano. Eran buenos para jugar al fútbol pero nunca se inscribieron a jugar en ningún equipo. A la gente grande le agradaban porque eran educados y con buenos modales. Costaba distinguirlos y solo cuando uno se hacía un corte de pelo diferente al otro la gente los lograba distinguir.
Charli era más aventurero y a veces se iba solo al centro de la ciudad, solo porque quería ir. Nunca se metió en problemas, era lo suficientemente vivo para que nadie pudiera hacerle daño. A veces regresaba con historias inventadas, como la vez que dijo que había conocido al presidente en persona porque había entrado al palacio nacional.
Solían hacer bromas que solo unos gemelos podrían hacer. Por ejemplo se ubicaban en una esquina y uno preguntaba a alguien distraído qué hora era y cuando la persona doblaba por la esquina, el otro gemelo vestido igual volvía a preguntar la hora. Sus amigos observaban a cierta distancia el desconcierto de la gente ante lo que parecía un deja vu.
Los gemelos crecieron y se casaron con veintipocos, el mismo día. El destino los separó porque Charli decidió irse a Estados Unidos a probar suerte. Su esposa tenía familia allá. Riqui estuvo un tiempo como perdido por perder a su hermano, pero después fue todo normal. Abrió una panadería en la colonia y el pan era tan bueno que la gente hacía cola. También era bueno para el mercadeo, porque abría el negocio solo tres horas por la tarde y el pan siempre estaba caliente cuando lo comprabas. Cuando la gente le preguntaba por Charli, él contaba que le iba bien, y que mandaba regalos para la familia para navidad.
La colonia había sido tranquila y salvo los ladronzuelos que de vez en cuando se asomaban, no había mayor incidente. Todo esto terminó cuando una mafia local puso los ojos en los negocios de la colonia. Las tiendas de barrio y la panadería de Riqui empezaron a ser extorsionadas. Riqui nunca quiso pagar y no quiso cerrar la panadería. Un día pasaron baleando su negocio y su casa, que estaba a pocas cuadras.
Al parecer una redada de la policía debilitó la organización y por algún tiempo dejaron de molestar. Pero fue solo una tregua, regresaron los extorsionistas. Las tiendas pagaban la extorsión pero Riqui se negó rotundamente. Hasta que un día, lo asesinaron.
Fue un crimen que golpeó la moral de la colonia. No vi a Charlie, gemelo en Estados Unidos, ni en el funeral ni en el entierro. No todos se acordaban de él.
Una semana después abrieron la panadería algunos empleados que necesitaban el dinero y se atrevieron y corrieron la bola de que Riqui no había muerto. En la panadería apareció Charli, el gemelo gringo. Los que sabíamos de él no dijimos nada. La gente empezó a decir que Riqui había resucitado.
El rumor que pegó más es que Riqui tenía un pacto con la Santa Muerte y que había vuelto al mundo de los vivos a tomar venganza. Yo dije que era cierto y que además los que intentaron matarlo lo pagarían caro. La gente fue a comprar a la panadería y atestiguaba que el Riqui había resucitado.
Pocos días después de la aparición del gemelo, se supo que el asesino había muerto en un accidente de motocicleta. También se supo que el extorsionista que lo había enviado murió en una balacera. La familia regresó a la panadería y contaron a los clientes que en realidad el Charli había querido hacer una última broma con su hermano. Regresó a su casa a los Estados Unidos y no volví a saber de él.