Había una vez un pequeño niño llamado Pulgarcito, que era el hijo menor de siete hermanos. Debido a su tamaño, todos lo despreciaban y lo llamaban "Pulgarcito". A pesar de su tamaño pequeño, Pulgarcito era muy valiente y decidido.
Un día, Pulgarcito decidió salir al mundo en busca de aventuras y fortuna. Durante su viaje, conoció a unos ladrones que querían robar la casa de una anciana. Pulgarcito los detuvo y, como recompensa, la anciana le dio un pedazo de pan y una botella de agua mágica que siempre estaban llenos.
Pulgarcito continuó su viaje y se encontró con un leñador que estaba atrapado en un árbol. Pulgarcito usó su habilidad y su valentía para liberarlo y el leñador, agradecido, le dio un hacha.
Pulgarcito llegó a un reino gobernado por un rey cruel que había secuestrado a la princesa y la había encerrado en una torre. Pulgarcito decidió salvar a la princesa y usó su hacha y su astucia para escalar la torre y liberarla. La princesa y el rey agradecidos, le dieron una recompensa generosa y le permitieron casarse con la princesa.
Pulgarcito y la princesa regresaron a su hogar y su familia quedó sorprendida de ver lo valiente y astuto que había sido Pulgarcito. Desde ese día, todos lo trataron con respeto y lo querían mucho.
La moraleja de la historia es que el tamaño no define la valentía y la astucia de una persona. La determinación y el valor son más importantes que la apariencia física. Además, las buenas acciones siempre reciben recompensas y el amor y el respeto son valores inestimables.
Cuentos clásicos con moraleja para niños: